Por el Padre Martín Ponce De León
Hay personas que, parecería, la vida les ha hecho mal.
Se mal acostumbraron a ser servidos y no a servir.
Recuerdo, en una oportunidad, fui invitado a comer en una casa donde la mesa era servida por una persona que se encargaba de hacer tal cosa.
Hoy, una de las personas que estaban sentadas a la mesa, porque supo aprender de la vida, ha hecho de su vida un servir generosamente a quienes le necesitan. Constantemente está al servicio de los demás para dar una mano a quien acuda a su persona en busca de una ayuda.
Supo aprender de la vida. Pasó de ser servida a servir.
Hay otras personas que tienen el mal aprendizaje de ser servidores a esperar ser servidos.
No hay excusas para tal cosa.
La edad, su condición, su tarea o lo que sea no es una justificación válida para que tal cosa sea aceptable.
La comodidad no es una razón entendible o aceptable para asumir como válido el hecho de esperar ser servido.
Con actitudes sencillas y que en oportunidades pueden parecer insignificantes se puede revertir una realidad que se hace notoria y evidente.
Pero cuando esas actitudes se hacen ausencia su postura se vuelve molesta puesto que nada justifica el esperar ser servido.
Mientras alguien sirve ellos esperan, de brazos cruzados, que se les sirva.
Como personas han desaprovechado oportunidades que la vida les ha brindado para aprender.
Lo más lamentable de tal situación es que no asumen tal actitud y lo viven como si fuese así como debe darse.
Sin inmutarse porque otros sirven ellos quedan de brazos cruzados esperando sean atendidos.
¿Puede, acaso, importarles el hecho de no servir mientras otros lo hacen?
¿Pueden no darse cuenta de que, ante el servicio, están en una actitud omisa?
Es evidente que no puesto que es un algo que se repite con demasiada frecuencia.
Si les importase, sin duda, tendrían otra actitud y pondrían de manifiesto que tal conducta fue producto de una situación y la misma no dice de una actitud.
Pero, en algunas personas, ello es lo constante y nunca se ve el asomo de otro tipo de actitud.
¿Son más? ¿Son mejores? Sin lugar a dudas que no son ninguna de las dos cosas y mucho menos si miramos desde una óptica cristiana puesto que mirar a Jesús es descubrir a alguien que, por sobre todas las cosas se hizo un servidor de los demás.
Por ello es que sostengo que son personas que no han sabido aprender de las enseñanzas de la vida.
Han podido existir oportunidades donde todo estaba organizado para que se les sirviese y ello fue un momento de enseñanza para poder saber cómo servir correctamente y que es gratificante ser servido.
No es una razón para justificar una postura de constante espera de ser servido.
Es una oportunidad de servir que se desaprovecha y se pone de manifiesto se han desperdiciado las enseñanzas de la vida.
Siempre es posible encontrar argumentos para justificar nuestra desidia pero la misma nunca dejará de ser tal por más que la revistemos de los argumentos que pretendamos esbozar o desarrollar.
Hemos malgastado vida cuando no aprendemos de la misma.
Deberíamos llamarnos a silencio cuando no somos capaces de tener una actitud de servicio puesto que la misma es esencial a nuestra condición de cristianos.
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