viernes 26 de abril, 2024
  • 8 am

La columna infiltrada: ¡MATEN A SENDIC!

… Mientras Díaz Gomide se mantenía firme ante el interrogatorio del MLN, el gobierno uruguayo se enfrentaba a una encrucijada. Desde el punto de vista jurídico el “canje” era imposible. Resulta extraño que los tupamaros un hubieran considerado esa traba legal. Quizás imaginaron que podían doblarle la mano al sistema político. Pero no existía una fórmula legal que le permitiera al poder ejecutivo liberar a quienes estaban procesados por orden del Poder Judicial. Cualquier decisión del Poder Ejecutivo en contrario hubiera significado vulnerar la independencia de otro poder del Estado, el Judicial, y quebrar el proceso legal.
En el terreno político la situación no era diferente. Aunque se produjeron algunos intentos legislativos de votar una amnistía –algo que el Plan Satán había considerado- la firmeza de Pacheco Areco de no negociar con terroristas, su respeto por la separación de poderes, y el rechazo a las presiones del gobierno de Estados Unidos, frustraron el canje.
Con el transcurso del tiempo el periodista Danilo Arbilla fue testigo de la firmeza del Presidente. Ocurrió cuando el embajador de Estados Unidos en Uruguay, Charles Adair, le llevó a Pacheco Areco una carta de su colega estadounidense Richard Nixon en la cual le solicitaba la intervención del gobierno para liberar a (Dan Antonhy) Mitrione (1).
Arbilla escuchó en silencio el relato que le hizo el presidente sobre el desarrollo de esa reunión: “Le hice notar (al embajador) que este hombre (Mitrione) había venido al Uruguay con un contrato, según el cual tenía que cumplir determinadas tareas y que tenía un sueldo y riesgos. Le comenté que el sueldo se le había pagado rigurosamente y que hasta ese momento había disfrutado de los beneficios de ese empleo, pero que ahora estaba enfrentando los riesgos”. Lo expresó sin cambios en el tono de su voz y sin que se le moviera un solo músculo de la cara. Ante esa actitud y el razonamiento del presidente, el embajador Adair lo miraba desconcertado. Pacheco Areco le estaba diciendo sin ambages que hasta su secuestro Mitrione había disfrutado de un salario y de una buena vida y que ahora había llegado un momento de asumir el riesgo de su muerte.
Durante su gobierno Nixon se creía todopoderoso. Se imaginaba con facultades universales para digitar a otros gobiernos. En algún caso lo consiguió y cambió dramáticamente el rumbo democrático de alguna nación. En el caso de Uruguay, herido en su amor propio por no lograr que el gobierno uruguayo cometiera un asesinato político.
Fue cuando le dio instrucciones a su secretario de Estado, William Rogers, a través de un mensaje reservado y contundente. Este se lo transmitió al embajador Adair: “Asumimos que el gobierno uruguayo ha considerado amenazar con asesinar a (Raúl) Sendic y a otros prisioneros claves del MLN si Mitrione es asesinado. Si no ha sido considerado, usted debería plantearlo al gobierno uruguayo inmediatamente”.
El presidente norteamericano se expresó con una palabra que no admite dos interpretaciones: “asumimos”. Con un perverso razonamiento daba por sentado que el gobierno uruguayo había considerado “asesinar a Sendic” y que si no lo había hecho –lo cual para él por sus expresiones, era obvio y natural- debería planteárselo. Cuando Adair le informó el contenido del mensaje de Nixon a Pacheco Areco, este reaccionó furioso:
“¡Ese tipo está mamado o más loco que una cabra! ¡Que se vaya a la puta madre que lo parió! ¿Qué se cree que es Uruguay?, ¿Vietnam?”, gritó. Su reacción me la confío al día siguiente un familiar directo que mantenía habituales contactos con el presidente uruguayo y que fue testigo de su furia.
Tras haber logrado mantenerse durante siete años en la clandestinidad, desde el asalto al Club de Tiro Suizo, Sendic había sido detenido por primera vez poco antes, el 7 de agosto, en una casa de Almería y Yacó, en Malvín. En esa acción también había sido apresada la cúpula de la organización.
Aunque Pacheco Areco hubiera admitido la demencial propuesta de Nixon, no habría llegado a tiempo. Ese mismo día, el domingo 9 de agosto, tras diversos comunicados del MLN advirtiendo que el tiempo se terminaba para el canje y sin haber obtenido una respuesta consecuente, Mitrione fue “ajusticiado” poco después de las nueve de la noche. Luego de asesinarlo sus ejecutores trasladaron el cadáver al asiento trasero de un Buick robado y lo abandonaron amordazado, con los ojos vendados y las manos atadas. Fue en el barrio Puerto Rico, una zona donde en invierno, y a esa hora, la circulación de personas era mínima.
…Pese a algunas diferencias temporales, el relato de Pacheco Areco a Arbilla es coincidente con la respuesta de Peirano Facio a Rogers, con la confidencia de mi familiar sobre la reacción de Pacheco Areco y con su anuncio sobre la posición del gobierno. Al dirigirse a la ciudadanía expresó que tenía “el supremo deber de sostener la vigencia del Estado de derecho, la vigencia de la institucionalidad y la vigencia de los fueros intangibles de la justicia legítima que es la que puede juzgar y condenar”.

(Datos extraídos del libro Asesinos & Cia. de Raúl Ronzoni de editorial Fin de Siglo.
Nota de redacción:
Dan Antonhy Mitrione fue  oficial de policía  en  Richmond,  Indiana,  (EEUU) de 1945 a 1947 y se unió al FBI en 1959. En 1960 fue asignado al departamento de cooperación y administración internacional (International Cooperation Administration), yendo a países sudamericanos para enseñar «técnicas avanzadas de contrainsurgencia».
En 1969 fue destinado a  Uruguay  para trabajar en la Agencia para el Desarrollo Internacional para asesorar y apoyar a la seguridad pública de Uruguay. En ese momento el gobierno era presidido por  Jorge Pacheco Areco.