Por Pablo Vela
Eso de que la gente busca o pide hechos y no palabras no debe quedar en un slogan o en un simple latiguillo que lo usa el político de turno a la hora de referirse a alguna actividad o circunstancia que lo favorezca.
No deberíamos perder tres líneas en aclararlo pero lo que brindan hoy en día quienes ocupan cargos de importancia, a nivel departamental y nacional, deja cada vez más sabor a poco, hoy en día ya sabor a muy poco.
Propuestas muchas pero gestiones con concreciones pocas, muy pocas. Acusaciones de un lado y del otro pero sin generar en definitiva una mejora en el ciudadano porque eso queremos los salteños, los uruguayos.
Menos demagogia (endulzar el oído de la gente con cuestiones que previamente se saben difícil de concretar o imposible) y más trabajo, menos sueldos obscenos y más horas de trabajo real, menos paseos pagos con el dinero público y más trabajo de calle, con la gente, respirando el problema real de los salteños.
En la última semana la noticia del cierre de la última inversión importante en el departamento (capitales canadienses en la industria del cáñamo medicinal) arrojó nuevamente lo más miserable de la política, exponiendo a los trabajadores ante la opinión pública únicamente para pescar algún “votito” pero solución real ningún político salteño buscó.
Desde la triste, inexistente y lamentable banca de diputación del Frente Amplio, el Dr. Alvaro Lima se juntó con los obreros (únicos y verdaderos perjudicados inmediatos en esta situación) para usarlos para la foto y lanzar frases que cualquier escolar podría expresar: “que se hagan cargo quienes los trajeron”, “les deben salarios y se los deben pagar”, etc. ¿Alguien en su sano juicio puede pensar que los empleados engañados no deben cobrar sus haberes y cualquier otro rubro que corresponda por la relación laboral que se cortó intempestivamente? Claro que se les debe pagar! Todo lo que corresponda pero eso debe buscarse a través de los mecanismos legales que existen y si quieren usar la política úsenla para hacer y no para decir.
Desde tiendas del oficialismo nacional, se busca desprender la figura del presidente Lacalle Pou, algo que también parece innecesario sobretodo luego de que con más circunstancias sobre la mesa, quedó claro que los inversionistas han demandado penalmente a quien hacía las veces de gestor en nuestro país por presunta estafa, demostrando que el dinero obligados a volcar en el proyecto había sido realizado. Sí se debe hacer énfasis en porque no se gestó un mecanismo de garantías para que los trabajadores tuvieran la tranquilidad de al menos en una primera relación laboral tuvieran cubiertos sus salarios. Es decir, no se manejó de la mejor manera, sí, eso lo ve un ciego pero de ahí a hacer responsable al presidente Lacalle Pou por venir a darle un espaldarazo a la región porque la inversión lo ameritaba es otro cantar.
Tampoco gritar desde otras veredas exigiendo soluciones, les va a dar buenas noticias a los empleados que hoy sufren la mala gestión económica del nexo inversionistas-estado uruguayo (en este caso Salto). Menos cuando los “gritos” llegan desde tiendas que en los últimos meses mostraron la cara del clientelismo en su peor expresión.
La planificación de la inversión en cuestión tuvo lagunas, vacíos, de las que habrá que hacerse responsable pero no todo vale a la hora de buscar un voto.
Menos gritos vacíos, más horas de estudio y trabajo, menos demagogia en su concepto estricto: la demagogia como la forma corrupta de la organización política conocida como democracia.
Otra vez, el voto, nuestro voto, será la herramienta para que los “gritones” sin resultados concretos dejen de ocupar cargos de relevancia. Se vienen tiempos de muchos gritos vacíos, ¿y si nos animamos a pedirles resultados?.
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