Por Pablo Vela
El crecimiento de los llamados “fenómenos” como por ejemplo Milei, antes Trump o Bolsonaro en Argentina, Estado Unidos y Brasil respectivamente, más allá de sus planteos, parte de la base de lo penoso que se ve cuando analizamos el nivel de la política de esos países (corrupción, sobornos, etc.).
En Uruguay no llegamos a esos casos de tan graves situaciones, salvo excepciones (Sendic, Lorenzo, Calloia, Placeres, Penadés), es más, la mayoría sin lugar a dudas son buenas personas, con buenas intenciones, etc., pero eso no alcanza y ha quedado claro a lo largo de los últimos años.
Por eso insistimos en el voto pensado, reiteramos el pedido de tomar conciencia del valor de nuestro voto porque allí no hay político que nos pueda presionar o extorsionar.
Saber de antemano a quienes votamos, que proponen, como se manejan y de quienes se van a rodear y si son personas que buscan mantenerse en determinados cargos, que han hecho ya ocupando el cargo, porque no hicieron más, etc.
Pero más allá de lo anteriormente expresado, no caer en las garras miserables de quienes trafican votos por apoyo antes, durante y después a las elecciones.
Ese camino es el que seguiremos y el que pretendemos sigan todos los salteños: pensar nuestro voto; sin importar a quien voten, porque la manera de terminar con esa manera de obrar de manera negativa, abusiva, sin consideración ni respeto, perjudicando a la gente con necesidades para su propio beneficio es dejándolos sin esa posibilidad de negociar apoyo por limosnas, negándoles la chance de tener nuestros recursos para seguir abusando de la gente.
Días pasado en el programa Santo y Seña del canal 4 capitalino, Salto volvió a estar ante los ojos de todo el país por cuestiones tan desagradables como reales porque sorprender no debería sorprenderse nadie porque como se dice “en Salto nos conocemos todos”.
“Todo el mundo tiene, tuvo, tiene o pudo tener. Todo el mundo tiene, casi todo el mundo suele tener…” dice la letra del cantautor izquierdista Tabaré Cardozo que viene al caso porque todos tuvimos a alguien que recibió algo, todos tuvimos un conocido que de fanatizar por un actor político de la noche a la mañana se cruza de vereda “milagrosamente”, todos tenemos la certeza de que si obedecemos a determinados políticos algo podemos recibir.
Esa práctica lamentable, miserable, rastrera, ruin, perversa y canalla, vive y lucha hoy en nuestro departamento. ¡Queremos erradicarla!
Quienes reciben esos beneficios en su gran mayoría son salteños que necesitan de manera urgente una ayuda, porque no se le puede achacar nada a quien acepta esa “ayuda”: padres o madres jefes de familia sin la capacidad de mantenerlas, sin trabajo a pesar de que lo buscan, los entiendo.
Al que hay que desterrar de los cargos políticos es al perverso, al rufián, al roñoso, mezquino y despreciable que se abusa de a situación conocida de las personas y los transforma en especies de “esclavos electorales”. Si participan, si militan en la calle los “beneficios” continúan, de lo contrario sin ningún tipo de escrúpulos esas personan quedan nuevamente en la calle, las cooperativas de servicios ya no serán contratadas o las cooperativas de viviendas ya no recibirán sus tan anhelados terrenos.
Por eso Salto sigue cayendo en un pozo cada vez más profundo: bajo a nivel de obras, bajo a nivel de atracción de turistas, bajo a nivel de generación de trabajos mediante gestiones ante particulares, bajo desde lo intelectual con intendente y directores que salvo repartir camiones de rellenos, asignar terrenos a quienes más los apoyan o terrenos para quienes los acompañan a caminar no han demostrado hacer otra cosa.
Es cada vez menos el tiempo que nos queda para poder cambiar esta realidad, pensando el voto.
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