martes 26 de noviembre, 2024
  • 8 am

Impuntualidades

César Suárez
Por

César Suárez

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Minervine

Por el Dr. César Suárez
La puntualidad es un régimen de conducta que desgraciadamente no afecta a todo el mundo siendo para mí una especie de obsesión que me ha perseguido durante toda la vida y no logro que me suelte, sin embargo, es muy frecuente, que al llegar en hora a cualquier lugar suela encontrarme solo por algún rato sin saber qué hacer, disimulando la ansiedad, observando detalles del lugar hasta que algún otro llega. Siempre prefiero llegar un minuto antes que un minuto después.
Para la llegada puntual a cualquier lugar se necesita la voluntad de hacerlo y de alguna máquina de medición del tiempo conocida desde hace mucho con el nombre de reloj, que fue evolucionando y tomando diferentes formas.
2000 años antes de Cristo, los antiguos egipcios ya contaban con estrategias para medir el tiempo, habían dividido el día en 2 ciclos de 12 horas y más tarde los astrónomos griegos, adoptaron este sistema lo extendieron a 24 horas, los babilonios comenzaron a dividir la hora en 60 minutos y los minutos en 60 segundos, el problema era disponer de máquinas que pudieran medir el tiempo con precisión.
En el antiguo Egipto, la medición del tiempo se realizaba a través de relojes de agua llamados clepsidra, se trataba de 2 recipientes conectados por un tubo estrecho por donde se trasvasaba el agua en forma lenta y a velocidad constante desde un recipiente lleno a otro vacío, donde se marcaban niveles que representaban el paso de las horas, cada nivel representaba cada hora.
También se usaban largos y altos obeliscos que permitía medir las horas de acuerdo a la proyección de la sombra provocada por el transitar del sol en el cielo, claro, sólo servía durante el día, de noche se usaba la clepsidra.
Recién en la edad media se crearon relojes mecánicos que se colocaban en las torres de las iglesias, de una sola aguja para marcar las horas de la oración en los monasterios.
En el siglo 15 se desarrollaron relojes de resortes, más pequeños, pero no eran para andar con ellos y sólo medían las horas y en el siglo 17 se inventaron los relojes comenzaron a medir los minutos.
En 1656, un tal Christian Huygens inventó el reloj de péndulo lo que permitió mucha más precisión en la medición del tiempo, pero recién en el siglo 19 comenzaron a hacerse populares los relojes de bolsillo, pero no cualquiera tenía acceso.
Los relojes de pulsera recién comenzaron a estar disponible al principio del siglo 20, en 1950 aparecieron los primeros relojes digitales que terminaron por proliferar a partir de 1970, ya cualquiera podía acceder a un reloj y a medida que fue transcurriendo el tiempo se fueron haciendo más accesible donde aparecían como accesorio de cualquier aparato, hasta en una lapicera.
Ahora, la gente usa reloj de pulsera casi como un adorno o como una joya dada que los teléfonos celulares que cualquiera tiene por lo menos uno, marcan la hora, los minutos, los segundos y hasta las centésimas de segundo.
Ya no dependemos de una clepsidra, ni de un obelisco, de un campanario ni de un reloj de péndulo, cada uno tiene un teléfono portátil en la mano o en un bolsillo que mide el tiempo con absoluta precisión, entonces, ahora, con todos esos recursos para medir la hora, los minutos y los segundos con absoluta precisión, que cualquiera tiene disponible, me pueden explicar ¿por qué todo el mundo llega tarde a cualquier lugar donde está establecido con precisión la hora de una cita o al comienzo de cualquier evento?
Todo el que llega tarde no se merece un reloj, mejor que use un obelisco para poder justificar su tardanza o una clepsidra si la cita es después que se oculte el sol, así no tiene que inventar excusas para justificar su tardanza, puede decir sin remordimiento, estaba nublado y no vi la sombra del obelisco o se me pincho la clepsidra y me marca la hora atrasada.