Por el Dr. César Signorelli
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En el amanecer del año se produjo una situación que despertó una serie de alertas. El despido de 250 trabajadores de empresa multinacional Pedidos Ya.
Sin perjuicio de la obvias y naturales connotaciones sociales que provocan las pérdidas de empleo, el tema convoca la atención desde varias perspectivas.
Una de ellas la fácil deslocalización de empresas multinacionales, lo que se pronuncia sustantivamente cuando la operativa se produce en plataformas.
Coinciden entonces la multinacionalidad, con la virtualidad del proceso de producción (sea de servicios o lo que fuere). Esto sin duda alguna provoca dificultades que ya hemos mencionado en otras entregas (en general el de no poder concretar la responsabilidad en un sujeto) y en principio pareciera no haber soluciones legales materiales posibles.
Pero estamos rezagados en la materia.
En efecto, mientras nuestro país desde hace ya unos cuántos años se debate entre un modelo normativo promotor de estas alternativas y escasamente protectorio, y otro antagónico conteniendo dispositivos que establecen limitaciones, en Europa se logró avanzar hacia una norma común.
Y es así que la Unión Europea, luego de tres años de intensas negociaciones, tiene la primera ley del mundo sobre Inteligencia Artificial (AI Act) con la aprobación de los 27 Estados Miembros.
El eje de la normativa gira en torno a hacer posible el control de la información de las personas obtenidas a través de la IA.
Se trabajó sobre un proyecto en el que Francia presionaba para reducir las obligaciones de transparencia, acompañada por Alemania e Italia que también bregaban por un marco normativo menos estricto, de forma de permitir el mayor desarrollo de ‘startups’ europeas, como la francesa Mistral AI o la alemana Aleph Aleph, capaces de competir con los modelos de IA generativa lanzados desde Silicon Valley.
Esta posición común de las tres mayores economías de Europa estuvieron a punto de hacer naufragar la posibilidad de que el proyecto cristalizar en norma jurídica, pero finalmente cambiaron su posición los dos últimos países mencionados.
De tal modo la norma prohibirá los usos de IA que supongan un «riesgo inaceptable» y establecerá límites más o menos estrictos para otras aplicaciones en función de sus peligros.
El general no percibimos la inmediatez de esta temática ni su vastedad.
Pero repárese que en el año 2009 sólo una de las diez mayores empresas del mundo era de base tecnológica (Microsoft), en el 2014 aumentó a tres con Apple liderando el ranking y en el 2019 ya eran siete de las diez.
Los gigantes del siglo XXI ya no provienen de la industria automotriz ni de la generación energía, ahora son plataformas.
Seguramente el evento Pedidos Ya en nuestro país nos haga tomar otra perspectiva.
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