Curandero
Por el padre Martín Ponce de León
En un lugar al que suelo ir a compartir con la comunidad la eucaristía participa un joven que ha de tener unos veinte años.
Siempre está y participa con muchísimo respeto.
Yo supongo no ha de hacer mucho tiempo participa puesto que la misma no es completa aún.
El sábado pasado se me acercó para formularme una pregunta. “¿Para ser curandero como usted hay que estudiar mucho?”
Como la comunidad se encontraba envuelta en un intenso bullicio le respondí con un “Perdón. ¿Cómo dijiste?” y él volvió a repetirme la misma pregunta.
Le dije los años de estudio que se necesitaban para ser ordenado sacerdote y antes de retirarse me dice: “Ah. Hay que estudiar mucho”
La pregunta del joven me hizo recordar que este año, la Iglesia del Uruguay lo quiere centrar en el insistente ruego por las vocaciones.
En diversas oportunidades he pedido se rece por el aumento de vocaciones sacerdotales y religiosas para no ser “una rara especie tendiente a desaparecer”
Siempre están resonando en mi mente las palabras de una amiga que con insistencia me dice: “Ustedes los curas se creen una raza aparte”
Sí, es necesario este tiempo de pedido por las vocaciones en su sentido más pleno.
No solamente son necesarios los sacerdotes y los y las religiosas sino que, también, son necesarias las vocaciones de todos.
Que cada uno pueda descubrir su vocación (razón de vida) y pueda desarrollarla ya que ello es lo que, al final, nos ayuda a ser plenos como personas (felices).
Cada ser humano tiene una razón de vida que debe descubrirla y, muchas veces, debemos dejarnos ayudar para poder verla con nitidez.
Quizás todo comienza por un “Me gustaría…”
Luego el “Me gustaría” se debe unir a nuestras capacidades y posibilidades para que sean realidad.
Cuando todo ello coincide es que podemos llevar adelante una tarea que nos va ayudando a realizarnos como seres humanos.
Seguir una vocación no siempre es tarea sencilla pero las dificultades siempre se transforman en oportunidades para ir en pos de esa felicidad que es nuestra plena realización.
Como cristianos tenemos una vocación que responde a nuestras posibilidades.
Todos somos útiles para ser constructores de Reino de Dios pero, sin duda, se necesitan sacerdotes y religiosos o religiosas que nos ayuden a que ello sea posible.
No porque se crea una relación de dependencia sino porque nos ayuden y animen en una tarea que, generalmente, no es sencilla.
Se necesitan sacerdotes que nos permitan celebrar la ayuda del sacramento de la eucaristía para que nuestra vida pueda crecer en comunión con Jesús.
Sí, se necesitan sacerdotes y cristianos que vivan con entrega su ser tales.
Para ello la necesidad de nuestras oraciones por nuevas vocaciones pero, también, que los que ya estamos seamos capaces de entusiasmar con nuestra vida ya que no somos funcionarios sino testigos de la buena noticia del amor de Dios.
Sin duda son necesarios más curas que curanderos.
Por favor. Recen por el aumento de vocaciones.