Desconcertado
Por el Padre Martín Ponce de León.
Los hechos no poseen ninguna relación entre sí. Los hechos se sucedieron en distintos días y en distintos lugares. Pero me tiene desconcertado la aparente similitud entre ambos Me llaman desde la portería del colegio para preguntarme si podía ir a un velatorio. Era evidente que tenía todo el tiempo del mundo como para ir y así lo hice. La única persona que conocía en la sala velatoria era la señora que había ido hasta el colegio en busca de un cura. Allí tuvo la delicadeza de presentarme a la señora del fallecido y a una de sus hijas. Realicé la oración por la que me habían llamado y antes de retirarme me acerco a saludar a la viuda y su hija. En ese momento la señora me dice: “No puedo creer sea usted el que viene a despedir a mi esposo” y se le cortó la voz. La hija continuó el relato: “Hace muchos años mi hermano se ahogó y fui a pedirle si no me bendecía el pan para ubicarlo y después fue a rezar en el cementerio” “Despidió a mi hijo y, ahora, despide a mi esposo. Es increíble” agregó la señora. Me desconcertó semejante coincidencia a más que la misma me tomó por sorpresa. Iba a aprovechar para dar una vuelta ya que no tenía nada para hacer. Luego de descender la escalera pisé la vereda y me comenzó a sonar el celular. Atendí y me preguntaban si no podía ir a darle la unción de los enfermos a una señora que se encontraba muy delicada. Era evidente que tenía todo el tiempo y así lo manifesté. Me pasaban a buscar y por ello me quedé esperando pasasen. Le pregunto a la persona quién era la persona a quien iba a llevarle el sacramento de la unción y me respondió que no lo sabía puesto que…. Me hizo todo el relato de la llamada y la solicitud de una vecina de saber si podía llamar a un cura. Hasta allí me llevó y me dejó en la puerta de la casa y se retiró a esperarme en su coche. Cuando me presenté un señor me dijo: “Yo lo conozco de…” y me dijo una empresa. Con la tranquilidad de que, por lo menos, una persona sabía era cura ingresé hasta l lugar donde se encontraba la enferma. Al terminar el sacramento una señora que allí se encontraba me dice: “Ella era muy amiga de su madre pues trabajaba con… (me nombra a una señora que hacía las comidas para fiestas y donde mi madre hacía postres) y usted viene a realizar esta oración”. Pregunté el nombre de la enferma manifestando que, tal vez, mi madre alguna vez habló de ella. Me desconcertó semejante coincidencia a más que la misma me tomó por sorpresa. Sin lugar a dudas los caminos de Dios son asombrosos. Nos hace vivir situaciones que nos recuerdan que tenemos una historia que nos precede y no podemos ignorarla. Nos hace vivir situaciones que nos hacen saber que no vamos solos, sino que nuestro pasado nos acompaña y no podemos ignorarlo. Nos hace vivir situaciones que nos desconciertan, pero a su vez nos dejan con un mimo interior por lo vivido. Dios siempre se encarga de hacernos saber que siempre tiene alguna sorpresa para desconcertarnos y hacernos saber que siempre tiene algo para hacernos saber que está presente. Dios tiene esos pequeños detalles que nos desconciertan pero a la vez nos llenan de una picazón interior que nos hace preguntarnos “¿Qué me está diciendo Dios?”