miércoles 27 de noviembre, 2024
  • 8 am

Amigos de la vida

César Suárez
Por

César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
Confieso que tengo la sensación de haber tenido varias vidas, en esta misma vida. Desde que nací hasta ahora, la historia de la humanidad ha cambiado aceleradamente que ha hecho que termine por darme la impresión de que he vivido como 500 años, aunque el calendario marque que son muchos menos.
Tuve una vida rural que fue mi primera vida, muy diferente a las demás, tuve otra vida en mi primera juventud ligado a mi ciudad natal, Minas en el departamento de Lavalleja, tuve otra vida en Montevideo, sumamente ajetreada en tiempos convulsivos surcada por incertidumbre varias pero felizmente acompañado por la madre de mis hijos que juntos pudimos transitar hasta una orilla lejana pero a la que llegamos sanos y salvos “braceando” sin descanso pero siempre juntos sosteniéndonos uno al otro con firmeza donde logramos ser padres y al final, otra vida extensa y prolongada en esta ciudad donde vivo, viendo crecer nuestros hijos que se ha extendió largamente en el tiempo y donde he sabido cosechar amigos entrañables que fueron haciendo carne en mi vida, algunos de cuales ya no están pero que dejaron una marca indeleble en mi memoria y que forman parte de mis mejores recuerdos.
Hace 2 semanas tuve la tristeza de perder un amigo de larga data, compañero entrañable de profesión con el que solía tener largas conversaciones, sobre todo en los últimos tiempos cada vez que lo visitaba en su casa cercana a la mía, pero no tanto tiempo como hubiese querido por razones laborales. Yo estaba esperando mi jubilación para hacer más frecuentes mis vistas y más largos los intercambios, pero el Dr. Juan Bonilla no pudo esperar y una semana antes de mi receso jubilatorio se fue en forma sorpresiva dejándome con una enorme pena, pero si mi tristeza no fuera suficiente, una semana después, otro entrañable amigo, vecino por 40 años, muro de por medio, a Walter Henry Silveira las circunstancias se lo llevaron de esta vida dejando un enorme vacío cuando uno menos lo esperaba.
Estoy muy triste por mis amigos, pero los recuerdo con la alegría de haber compartido tantos años de amistad. Es obvio de que cada uno con su personalidad inconfundible, Juan, era apacible, tranquilo, pausado, reflexivo, Walter Henry, todo lo contrario, era un polvorín, impaciente, inquieto, siempre con proyecto a cuestas para los cuales nunca podía esperar, con gran manualidad e inventiva siempre estaba haciendo algo propio de su profesión o totalmente ajeno a ella, había heredado habilidades de herrero de su padre y no le hacía asco a nada y siempre estaba inventando algo que tenía que concluirlo rápido a como diera lugar, entonces escuchábamos sus herramientas a cualquier hora que a alguien se le pudiera ocurrir, al medio día si tenía una tregua de su profesión o de tarde o tardecita o si le atrasaba lo que quería terminar, igual a las 2 de la mañana, cortando hierros, soldando, inventado formas para lograr concretar su idea, rescatando un modelo antiguo de un auto chatarra, armando u tráiler, armando y modificando una casa rodante o inventando un instrumento para facilitar la concreción exitosa de una intervención quirúrgica cuando no tenía la herramienta adecuada, nada lo paraba ni desanimaba, siempre acelerado, toda su vida a la manejaba “en alta” y nunca bajaba un cambio. Así vivió su vida hasta el último momento que según comentaba la familia, mientras dormía, soñaba que estaba operando, hablando dormido, reclamando que le alcanzaran algún instrumento.
Ya te estoy extrañando Petiso Silveira porque no tiene replica posible. Como vecinos compartimos muchas cosas, una medianera, un pozo semisurgente, un limonero increíble, plantado en su terreno pero que sus ramas pasan por encima del muro y producen más limones hacia el fondo de mi terreno que en su propio fondo y que increíblemente produce todo el año cientos de frutas. Además de compartir ramas de su frondosa arboleda de árboles exóticos que ya no caben en su terreno y dan abundante sombra sobre mi fondo.
Dejó un enorme vacío para su familia y para sus amigos y conocidos porque nunca pasó desapercibido por esta vida, a su esposa Estela, a sus hijos que comencé a conocer desde su primera infancia, Alejandra, Diego, Carola y el Jaja, los abrazo con toda mi fuerza y todo mi afecto para ayudarlos a transitar por este momento de tanta tristeza.