Dr. Fulvio Gutiérrez
Confieso que estoy sorprendido por varias actitudes de los candidatos de la fórmula presidencial del Frente Amplio, que rozan lo ridículo. En cuanto al candidato a la presidencia de la República, Yamandú Orsi, se ha alejado de la conducta estándar que debe tener cualquier candidato a tan alto cargo.
Su rol principal debe estar centrado en difundir las propuestas de su partido; hacerse conocer; analizar públicamente las soluciones que propone, comunicar con amplitud y sencillez el programa de gobierno de su partido político; participar en ruedas de prensa, en los actos que organizan los sindicatos, los empresarios, los diversos colectivos del ámbito social, económico, financiero, agropecuario, cultural, comercial, industrial, educativo, o referido a cualquier otro tema. Y sobre todo eso, debe estar preparado. Nada de eso ha ocurrido. Al contrario. Se ha aislado de esos colectivos, con el absurdo argumento de que irá, cuando haya un solo representante de la “coalición republicana”, y no uno por cada partido que la integra. Una especie de temor de ser objeto de un “cuatro contra uno”. Una exigencia absurda, que desconoce la esencia misma de la democracia, como lo es la apertura de todas las ideas y todas las tendencias.
En las entrevistas que le hace el periodismo, nunca contesta con certeza, siempre dubitativo, inseguro, expresando argumentos tangenciales que no van al meollo del asunto, y con un estilo cantinflesco, nunca responde con claridad y seriedad. Así, en una entrevista que le hizo periodista Juan Miguel Carzoglio, Orsi afirmó que no estaba de acuerdo con el programa de la coalición republicana. Cuando el periodista le pidió que dijera cuáles eran esas discrepancias, confesó que no lo había leído, pero que tenía muchas generalidades, aunque luego dijo que no las analizó, que era muy vago, muy flojo, una simple expresión de deseo. Un papelón mayúsculo, que lo alejan del perfil de un presidenciable. Cuando otro periodista le preguntó si en el caso de ser elegido presidente, invitaría a Maduro al cambio de mando dijo: “No sé, che. Eso nunca me ocurrió. Hay que ver cuántas invitaciones hacemos.
Viste cuando haces un cumpleaños, para cuanto te da la torta”. Comparar un acto de asunción presidencial con un cumpleaños, es ridículo. Pero la intención de la pregunta, se enfocaba a la persona del presunto invitado, un dictador fascista, asesino, enemigo de cualquier forma democrática, y violador de los derechos humanos. No hubo respuesta.
Por su parte, la candidata a la vicepresidencia de la República, Carolina Cosse, ante una pregunta de un periodista, afirmó que en el caso de que se aprueben los allanamientos nocturnos, un gobierno frentista, podría analizar su no cumplimiento. La respuesta de Cosse, es de una irresponsabilidad pocas veces vista, porque significa desconocer la voluntad de la ciudadanía uruguaya, y negar los principios fundamentales de un sistema democrático como el nuestro. A las pocas horas, y dándose cuenta de la fenomenal metida de pata que había hecho, quiso arreglarla diciendo que la aplicación de los allanamientos nocturnos requería de una previa reglamentación para su cumplimiento. De nuevo, un argumento ridículo, un tremendo error y un desconocimiento de nuestra Constitución. Nuestro sistema democrático, se afilia a la teoría del Derecho Natural. Es decir, los derechos humanos son inherentes a las personas. Nacemos con esos derechos. El Estado no nos lo da, y, por tanto, no nos los puede quitar.
Lo que puede hacer, es protegerlos, como dice el art. 7º. de la Constitución. Y cuando se protege algo, es porque ese “algo” está antes que el Estado. Y no se refiere solo a los derechos humanos que están nombrados en la Constitución, sino a todos aquellos “que son inherentes a la personalidad humana o se derivan de la forma republicana de gobierno” (art. 72). Pero además, exigir la previa aprobación de un reglamento para su aplicación, es otra burrada de la Sra. Cosse. No leyó tampoco, el art. 332 de la Constitución, cuando dice que “los preceptos de la presente Constitución que reconocen derechos a los individuos, así como los que atribuyen facultades o imponen deberes las autoridades públicas, no dejaran de aplicarse por falta de la reglamentación respectiva, sino que ésta será suplida, recurriendo a los fundamentos de las leyes análogas, a los principios generales de derecho y a las doctrinas generalmente admitidas”.
Es decir, el cumplimiento de la Constitución, no puede depender jamás de la voluntad de cualquier gobernante, de reglamentarla o no. Yo le recomendaría a la Sra. Cosse, que leyera la página124, del libro “Primer curso de Derecho Público. Derecho Constitucional” del Dr. José Korzeniak, (fue senador frentista), donde analiza la denominada “vocación de efectividad” de la Constitución, que procura evitar las dilatorias injustificadas a su aplicación, “ordenando que deben aplicarse, aunque falte la reglamentación respectiva”. Finalmente, le recuerdo a la Sra. Cosse, que la garantía de la correcta aplicación de este instituto, la da el Poder Judicial, porque no hay allanamiento, ni de día ni de noche, si no hay autorización de un Juez. Que conste.