Por el Dr. César Suárez
Cada uno de nosotros transitamos por la vida sirviéndonos de recursos que están disponibles en la naturaleza y otros creados por el hombre sin preguntarnos de donde han salido sin embargo cada cosa que se nos atraviesa delante de nuestros ojos o percibimos con nuestros oídos tienen su origen en algún momentos de la historia global, algunos, muy bien documentados y otros que contienen una historia misteriosa para nosotros o para todos que en muchas ocasiones, despiertan curiosidad acerca de su origen y otras que nos son indiferentes por más que nos aprovechamos de ellas sin preguntarnos de donde salieron, por suerte existen investigadores que hacen honor a la historia de la humanidad y con gran esfuerzo, van de a poco recomponiendo el puzle del origen de cada cosa, cada uno en el rubro que le interesa siempre basándose en conocimientos anteriores aportados por documentación que se ha ido sumando a través de la historia.
La música, por ejemplo, es un rubro de consumo masivo que ha ido generando melodías desde tiempos inmemoriales, muchas de las cuales no hay registro porque no había manera de transmitirla si no era a través de la memoria de cada uno trasmitiendo a quienes los rodeaban, pero la memoria es frágil y esas melodías se iban en deformando y perdiendo en el tiempo.
Se dice que la escritura musical comenzó entre los siglos VIII y IX de nuestra era como una forma de lograr que los cantos eclesiásticos de la iglesia católica tuvieran una forma de interpretarse de igual modo en todos los eventos en los templos religiosos.
Después hubo que esperar varios siglos para lograr grabar la música y difundirse en forma masiva.
Recién en 1857 comienza la historia del registro sonoro. Un tipógrafo, inventor francés, Edouard León Scott de Martinville que vivió entre 1917 y 1879, construyó un aparato al que llamó fonoautógrafo que permitía registrar las ondas sonoras sobre papel ahumado.
Después, en 1877, Thomas Alba Edinson inventa grabador de sonidos en formato cilíndrico denominado fonógrafo que funcionaba haciendo girar el cilindro con una manivela, pero la música se distorsionaba de acuerdo a la velocidad con que se girara.
Hacia 1920, se estandarizó la velocidad de emisión en discos a 78 revoluciones por minuto, pero el tiempo no daba más que para una canción, en la década del 40 del siglo pasado, la compañía Columbia creo los discos de 12 pulgadas que emitías a 33 1/3 de revoluciones por minuto y permitía grabar hasta 22 minutos de cada lado, su competidora, RCA Records, crearon los discos de 7 pulgadas y a 45 rpm, siendo ambos responsables del aumento de a popularidad de la música hasta 1980.
En 1963, apareció en el mercado, la cintra casete lo que agrego la posibilidad de que el público pudiera grabar la voz y la música que quisiera.
Pero la grabación y la emisión de la música no paró de evolucionar a través de diferentes formatos, en 1982, apareció el CD a través de las compañías Sony y Phillips.
Al principio de la década de 1990 apareció el MP3, un sistema de compresión de los archivos de música contenidos en diminutos aparatitos transportables, pero ya para el siglo 21 comenzaron a popularizarse software de intercambio de archivos a través de internet.
Cada nuevo invento iba acorralando la industria musical, pero después surgieron las compañías de trasmisión de música paga en plataformas que recompensan a los autores e interpretes de acuerdo al consumo que haga el publico de cada vez que un cliente lo escucha.
Esta columna pretende demostrar de que cada cosa tiene su historia vinculada a una acumulación de incontables aportes a través de la historia y que nada surge porque sí.
Cada vez que escuchamos nuestra canción favorita debiéramos tener idea cómo fue posible llegar a que esa canción sonara en el dispositivo que emite esa genial melodía con su correspondiente letra con absoluta nitidez como si estuviera en vivo o mejor.
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