Su nombre proviene del árabe djabali que significa “montaraz” y esto hace pensar en cualidades como “agreste”, “grosero” o “feroz”. Un poco de poesía para ese animal macizo, de cabeza grande y alargada con un duro hocico de disco calloso, ojos pequeños, cuello casi inexistente y patas cortas que tiene la mala fortuna de pertenecer a una especie exótica invasora conflictiva. Aarón de Anchorena fue el responsable de introducirlos en Uruguay en 1927. Lo hizo como objeto de caza sin tener En cuenta que los jabalíes están incluidos dentro de la lista de las 100 especies exóticas más dañinas del mundo. Además, lo que no tienen de cuello lo compensan con dos ventajas: se adaptan fácilmente a cualquier entorno (lo que se conoce como plasticidad genética) y su dieta es súper oportunista y amplia (frutos, bayas, invertebrados, huevos, pequeños mamíferos, carroña; en definitiva, una abuela diría que son de buen comer). Y suman una tercera: en Uruguay no existen depredadores naturales.
PLAGA NACIONAL
Gracias a escapes y liberaciones, los jabalíes salieron de la estancia de Anchorena para ocupar hoy todo el país. Tanto se reprodujeron que ya llevan 40 años siendo considerados plaga nacional (decreto Nº 463/982). Esto significa que su caza es libre y, en consecuencia, no existen limitaciones en cantidades de animales cazados, vedas ni formas de caza. Se alimentan mediante hozadas, es decir, escarban con su hocico grandes porciones del terreno para alcanzar raíces y rizomas. Al hacerlo acaban con todo: arrancan el tapiz herbáceo y destruyen los bancos de semillas. Hay reportes de daños en cultivos de maíz, soja, arroz, sorgo y algunos frutales. Y, al comer pasturas, compiten con el ganado. También frenan la regeneración en bosques y provocan el aumento de la lixiviación de nutrientes del suelo. Y comen huevos y crías, excavan madrigueras y arruinan nidos.
ZOONOSIS
Por otro lado hay cinco enfermedades por las que se considera necesario redoblar esfuerzos en vigilancia: la brucelosis, la leptospirosis, la triquinelosis, la cisticercosis y la tuberculosis bovina. Las cuatro primeras pueden transmitirse al humano.
CIERVOS
También introducido por Anchorena en Uruguay se ha ido expandiendo rápidamente. Para el análisis de la distribución actual, los expertos recurrieron a datos de las colecciones científicas nacionales (del Museo Nacional de Historia Naturaly de la Facultad de Ciencias), del Inventario Forestal Nacional y de monitoreos de cámaras trampa. Con todo se da cuenta de 349 registros en los 19 departamentos, con mayor concentración en el litoral oeste, particularmente hacia el norte. El departamento con el mayor número de registros fue Artigas (74), seguido por Salto (61), Paysandú (50), Río Negro (42), San José (30) y Flores (25). “Se han ido extendiendo por el valle del río Uruguay por los ríos Negro, Queguay, Daymán, Arapey y Cuareim que los fue arrimando a Brasil y ahora se han desparramado por el norte.
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