¿Por qué hacen lo que hacen?
Los perros de Armando
Por Armando Guglielmone
Instructor canino – educador etólogo
Venta de ovejeros alemanes de pedigrí
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Los perros son seres singulares en muchos aspectos, distintos tamaños, distintos pelajes y sobre todo distintos comportamientos. Algunos son más pachorras, otros más inquietos, otros más independientes y otros que no pueden estar lejos de nosotros. Realmente son iguales a nosotros, tienen esos caracteres individuales heredados y algunos moldeados por el ambiente. Es como compararnos a nosotros, los uruguayos, con los brasileros, ellos tienden a ser más alegres y nosotros no tanto. Es que influye el clima y el estar rodeado de personas que tienen la misma actitud, y los perros son parecidos. Los que viven en un ambiente donde están rodeados de niños o personas grandes que los estimulan y juegan con ellos tienden a ser más activos y aunque parezca contradictorio, los que son menos destrozones. Es que el perro que se siente emocionalmente equilibrado al estar tranquilo en compañía nuestra, no siente la necesidad de descargar una ansiedad que no tiene pues no está frustrado. Por eso es que cuando el perro hace pozos en el jardín, arranca plantas o provoca destrozos de alguna otra índole generalmente está asociado a la ansiedad que le provoca estar solo, se siente frustrado y estresado por lo tanto debe liberar ese estrés de alguna manera. Estando nosotros con él dedicándole atención será muy difícil verlo romper cosas pues no siente la necesidad ya que se encuentra satisfecho emocionalmente. Es cierto que a veces aun estando nosotros por allá va y empieza a sacudir o romper un trapo, pero eso está asociado a su demanda de atención. El perro, por condicionamiento operante, ha aprendido que para esa acción hay una reacción nuestra, entonces la ejecuta. Bastará, si tenemos nuestro perro bien educado, ordenarle que deje de hacerlo, si no es así, lo mejor será ser indiferente con él, al no haber una respuesta nuestra tenderá a disminuir esa conducta hasta extinguirse. Por supuesto, no dejemos nada de valor afectivo o material a su alcance, ahí sí, si lo vemos en el acto de romper podemos corregirlo y aprenderá a no hacerlo, al menos en presencia nuestra. Estas conductas dadas mayormente en cachorros o perros jóvenes tienden a ser proporcionales, en cuanto al nivel de destrozo, según sea el tamaño del perro. No es lo mismo un cachorro de seis meses de un “salchicha” que uno de seis meses de labrador, en el primero seguramente no haya grandes daños, ahora, con el otro tal vez nuestro calzado pueda convertirse en algo irreconocible. Los ladridos continuos y aparentemente sin sentido que muchos perros manifiestan responden también mayormente a frustración y ansiedad. Si son cachorros y somos pacientes, con indiferencia normalmente se extinguen, si ya ha fijado la conducta por haber sido involuntariamente confirmada por nosotros, ahí sí, requerirá de un tratamiento de modificación de conducta. El único inconveniente es que la modificación de conducta no tiene un tiempo determinado para lograrse, dependerá del perro y cuan tenaz sea este sosteniendo su conducta y los propietarios, muchas veces, pretenden soluciones mágicas y no realistas. En fin.