Por Carlos Silva
El período de elecciones nacionales ha culminado y los uruguayos han elegido. Hoy, el país decidió cambiar, lo que nos conduce a un tiempo de transición. Uruguay ha sido históricamente un ejemplo en la forma en que se realizan los cambios de mando, incluso cuando implican un cambio de partido político en el gobierno. Esta vez no será diferente.
Creemos que en momentos como este, es esencial mantener la cabeza fría y recordar que, por encima de todo, están los intereses del país, no los partidarios ni los personales. Estos son momentos históricos en los que cada uno elige cómo transitar este camino y qué legado dejar para quienes vendrán después.
Estamos convencidos de que, en los meses que tenemos por delante, debemos poner al servicio del nuevo gobierno nuestra experiencia acumulada durante estos cinco años. Esto nos permitirá colaborar en la continuidad de políticas públicas que consideramos valiosas, al tiempo que señalamos aspectos que, a nuestro juicio, podrían haberse mejorado.
Esta actitud de apertura y compromiso contribuirá a que Uruguay siga avanzando y que su gente continúe por la senda del desarrollo y el crecimiento. En estos cinco años, se implementaron políticas públicas y reformas trascendentales que debemos defender y dar continuidad. Por el bien de todos, no podemos permitir retrocesos en áreas clave como: La transformación educativa, la reforma de la seguridad social, las políticas de reducción de asentamientos, la estabilidad macroeconómica y la mejora en los índices de seguridad pública.
Desde la oposición, tenemos la responsabilidad de trabajar para que estas políticas perduren. En un contexto donde el nuevo gobierno no contará con mayorías parlamentarias, será indispensable alcanzar acuerdos en los grandes temas nacionales, incluyendo estos que hemos mencionado.
El tipo de oposición que hagamos será decisivo para el futuro político que deseamos. Siempre hemos criticado la actitud de ser “el palo en la rueda”, y estamos convencidos de que ese no debe ser nuestro camino.
Algunos correligionarios podrían esperar una postura más confrontativa, pero no podemos traicionar nuestros principios por un resultado electoral adverso. Debemos mantenernos fieles al rumbo que trazamos hace años: priorizar siempre la colaboración y la construcción de un mejor país para todos, con la mano tendida hacia quienes lo necesiten, sin importar colores partidarios.
No concebimos otra forma de hacer política que no sea esta: anteponer el bien colectivo a los intereses personales y trabajar por la felicidad compartida. Este ha sido nuestro norte a lo largo de nuestra trayectoria política, y lo seguirá siendo.
Tal vez algunos cuestionen este camino o duden de sus resultados electorales. Hemos oído muchas veces que “la gente quiere sangre”, pero estamos convencidos de que, en un recorrido largo como este, no se puede avanzar con atajos, ni abandonar los valores en los que creemos.
Somos fieles a nuestras convicciones y a los valores que aprendimos en casa. También compartimos y admiramos una frase que ha marcado la gestión del presidente Lacalle Pou y que nos guiara en este próximo periodo:
“Firmes con las ideas, suaves con las personas”.
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