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Sábado 22 de Noviembre, 2025 121 vistas

La genética Merino avanza con más datos, nuevas características de selección y mayor precisión

La genética ovina del país posee una base sólida de información y la creciente incorporación de datos y nuevas características en las evaluaciones, impulsada sobre todo por el trabajo que ha venido desarrollando la raza Merino Australiano. Ese proceso se consolidó en los últimos años gracias al esfuerzo conjunto del Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL), el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA)a y la Sociedad de Criadores de Merino Australiano del Uruguay (SCMAU). 
La Ing. Agr. Ana Guillenea, genetista del SUL, en el marco del Taller de Evaluaciones Genéticas Ovinas, destacó que la raza Merino mantiene un compromiso histórico con la mejora genética, acompañado por un incremento significativo en el volumen de información disponible. "Es una raza que apuesta mucho a la genética; se lo ve tanto en el número de cabañas que están evaluando como en las que ingresan año a año", afirmó.
Hace algunos años "participaban 14 cabañas, mientras que hoy el número se acerca a 28", lo que implica que el sistema prácticamente duplicó su volumen de información. "Las cabañas también están evaluando más, y eso siempre es un incentivo para que se sigan sumando y para que se utilicen más los DEP's (Diferencias Esperadas de Progenie) en la selección de los animales", señaló.
Evolución en los objetivos de selección
Consultada sobre la evolución de los criterios de selección en la raza Merino, Guillenea recordó que los primeros esfuerzos se centraron en afinar el diámetro de fibra y mantener el peso de vellón. Con el tiempo, y a medida que muchas cabañas alcanzaron los niveles de micronaje buscados, comenzaron a incorporar nuevas características en sus programas de mejoramiento. "Hay cabañas que ya han llegado al nivel que esperaban en diámetro y empezaron a mirar otros rasgos", explicó.
Uno de los aspectos centrales del trabajo del Merino es mantener el equilibrio entre finura y nivel productivo. "Siempre fue una raza preocupada en no perder peso de vellón; por eso utilizan índices de selección que contemplan ambas cosas, para tener animales más finos y a la vez con buen peso de lana", indicó. Ese enfoque se ha reforzado con la introducción de nuevas mediciones, como el peso corporal, el área de ojo de bife y el espesor de grasa, rasgos que hoy varias cabañas incorporan activamente en sus objetivos de selección en busca de "animales menos magros".
Desde este año se sumaron también características vinculadas a la eficiencia de conversión y las emisiones de metano, que abren una nueva etapa en el enfoque de sostenibilidad. Según la técnica, estas mediciones aún se encuentran en fase inicial, pero ya muestran interés por parte de los criadores. "Están empezando a verlas con un ojo puesto en el futuro, en la sustentabilidad, para lograr animales más eficientes y más sostenibles", expresó.
Cómo evitar perder tamaño al afinar
Una de las preguntas recurrentes entre productores es hasta qué punto es posible afinar sin comprometer el tamaño del animal. Guillenea explicó que la clave está en el uso adecuado de las evaluaciones genéticas. Para ello, los criadores cuentan con herramientas como los percentiles de la raza, que permiten identificar carneros superiores en múltiples características al mismo tiempo. "Siempre se puede buscar un animal que esté en los percentiles superiores para diámetro y también para peso corporal y peso de vellón", afirmó.
Ese tipo de ejemplares -que logran combinar finura, producción y tamaño- son los que permiten avanzar sin caer en las correlaciones negativas que históricamente afectaron a la selección en pequeñas poblaciones. "Son animales que rompen con las correlaciones genéticas negativas y permiten mantener un animal grande, con buena producción de lana y que a la vez siga siendo fino", explicó.
Valor real de un carnero: el registro no basta
Uno de los puntos críticos que Guillenea enfatizó fue la diferencia entre el registro fenotípico de un animal y su valor genético. Para los productores comerciales, que no siempre manejan grandes volúmenes de información, puede resultar tentador comprar un carnero por su propio micronaje. Sin embargo, esa lectura aislada puede inducir a error. "Un registro de micras está afectado en parte por la genética y en parte por el ambiente", señaló.
La fecha de nacimiento, la edad, si el animal fue único o mellizo, la disponibilidad de pasto y otros factores influyen en ese registro. "Cuando hacemos los DEP lo que hacemos es limpiar ese registro y dar un valor comparable con el resto de los animales", explicó. Por eso, insistió en que la selección debe basarse en la información depurada del sistema de evaluaciones y no en datos individuales. "No sabés si estás comprando al mejor padre si mirás solo el registro fenotípico", afirmó.
Lo mismo ocurre cuando un productor busca un carnero "afinador". Puede suceder que el ejemplar más fino no sea el que realmente tendrá el mayor impacto genético en la majada. "La idea es usar los datos y los percentiles para ver si ese animal realmente es superior respecto a la población, más allá de su registro fenotípico", señaló.
Centrales de pruebas de progenie
Otro tema abordado fue el debate sobre la instalación de centrales de prueba de progenie, como las que funcionan en Australia. Guillenea explicó que, desde el punto de vista técnico, Uruguay no presenta las mismas limitantes que ese país. "Ellos tienen diferencias pluviométricas y geográficas muy importantes que capaz que no se capturan bien en las evaluaciones genéticas; eso no es una dificultad acá", dijo.
En Uruguay, la conexión genética entre cabañas es una fortaleza ya instalada, debido al uso extendido de carneros en común. Por esa razón, desde la perspectiva estrictamente técnica, una central de progenie no aportaría un beneficio adicional significativo a la evaluación genética actual. "Hemos ido repasando los argumentos y desde el punto de vista técnico una central de prueba de progenie no estaría sumando a lo que es la evaluación genética", afirmó.
Reconoció, no obstante, que puede existir un componente social o cultural, asociado al gusto de los productores por observar animales y comparar fenotipos, pero aclaró que no se trata de un aspecto técnico sino de otra discusión dentro de las gremiales. La diferencia fundamental está en el peso del dato objetivo. "El valor de DEP de una evaluación genética poblacional siempre va a ir por encima de lo que se puede ver en la central de prueba", aseguró.