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Ing. Agr. Guillermo O'Brien - Pte de ACA: El arroz enfrenta una caída del 42% en su valor con un costo de US$ 2.100 por hectárea

El sector arrocero atraviesa uno de los escenarios más complejos de los últimos años, en un contexto dominado por una fuerte baja en los precios internacionales y una región que muestra un marcado exceso de oferta. Así lo explicó el Ing. Agr. Guillermo O'Brien, presidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz (ACA), al detallar la situación que hoy enfrenta un rubro cuya producción depende en más del 95% del mercado externo. La caída del 42% en el valor del arroz en apenas catorce meses reconfiguró todas las ecuaciones económicas y obligó a los productores a realizar ajustes internos para sostener la continuidad de las empresas, con costos que permanecen prácticamente estables desde hace varios años.
O'Brien señaló que esta baja abrupta generó un desacomodo inmediato en las cuentas del sector, al tiempo que obliga a "mantener la empresa armada" en un momento donde los precios no acompañan la estructura tradicional del negocio. Explicó que la reducción del valor ocurrió mientras los costos se mantienen en el entorno de US$ 2.000 a US$ 2.100 por hectárea, niveles que considera elevados si se los revisa en una perspectiva de largo plazo. El panorama se complejiza aún más porque alrededor del 35% de esos costos se pagan en pesos, lo que expone al cultivo a los efectos del atraso cambiario y a problemas estructurales de competitividad.
Una siembra temprana y en buena fecha como punto de partida
A pesar del contexto adverso, la siembra avanzó con normalidad en todo el país y quedó prácticamente finalizada con una superficie de 169.000 hectáreas, lo que representa un 8% menos que la campaña anterior. Para el presidente de ACA, la fecha de siembra es un factor determinante en el potencial productivo del cultivo, y la implantación temprana y favorable del presente ciclo constituye un elemento fundamental para proyectar buenos rendimientos. Esta variable adquiere mayor relevancia ante la imposibilidad de realizar grandes mejoras en productividad "porteras adentro", dado que los productores ya operan en niveles muy altos de eficiencia.
O'Brien detalló que Uruguay cuenta con promedios de producción que lo colocan entre los países más eficientes del mundo, y que en ese marco las posibilidades de incrementar rendimientos son cada vez más reducidas. Sostuvo que el país logró "exprimir" al máximo las mejoras asociadas al manejo y que cada kilo extra implica un esfuerzo técnico cada vez mayor. En ese sentido, reconoció que los buenos resultados alcanzados en años recientes respondieron a una combinación de clima, manejo y buenos precios internacionales, pero que la situación actual requiere redoblar la cautela en la planificación empresarial.
Competencia regional y problemas de competitividad interna
El dirigente gremial recordó que el arroz uruguayo compite directamente con países que, si bien no logran los mismos rindes por hectárea, sí alcanzan costos más bajos por tonelada producida, lo que les permite posicionarse con mayor solidez en el mercado internacional. Esta situación se agrava cuando se considera el incremento sostenido del área arrocera en países vecinos. Mencionó que Paraguay, por ejemplo, pasará este año de no tener prácticamente producción quince años atrás a plantar unas 240.000 hectáreas, duplicando largamente el área uruguaya. A esto se suma la llegada de inversiones extranjeras como el grupo Kamil, propietario de Saman, que desembarcó con fuerza en Paraguay para posicionarse en la intermediación del producto.
O'Brien subrayó que estas señales muestran cómo la región ha redefinido su mapa arrocero, consolidando zonas de producción que resultan más atractivas por sus costos. Como contrapartida, Uruguay continúa enfrentando dificultades estructurales vinculadas al transporte, la logística, la falta de modalidades eficientes y los elevados costos portuarios. Aclaró que no todos los costos del cultivo derivan de factores internos, pero enfatizó que el componente nacional del gasto, que asciende a un 35%, es determinante en la ecuación final.
Asia y los monzones: un escenario global que empuja los precios a la baja
La situación internacional también juega en contra. El 95% del arroz mundial se produce en Asia, y las cosechas de esa región están fuertemente determinadas por los efectos de los monzones. Según O'Brien, el continente atraviesa un ciclo de condiciones climáticas muy favorables, con excelentes rendimientos en varios países, lo que incrementó la disponibilidad global del cereal. A esto se suma el impacto de la política de India, el principal exportador mundial, que se retiró del mercado durante un año y medio y luego regresó con fuerza, generando una distorsión significativa en los precios.
La combinación de buena producción asiática y el reingreso de India al mercado generó un escenario de sobreoferta global, que explica gran parte de la baja del 42% en el valor del arroz para exportación. Bajo este panorama, O'Brien indicó que es improbable que los precios internacionales muestren señales de recuperación en el corto plazo. Recordó que en solo sesenta días comenzará la cosecha del Mercosur, encabezada por Paraguay, y que además existe un saldo de stock de la zafra pasada, lo que podría profundizar la presión bajista en las primeras semanas del año.
El sector evalúa herramientas financieras para afrontar la próxima zafra
Ante este panorama, ACA ya inició conversaciones internas para proyectar distintos escenarios económicos hacia el 30 de junio, cuando se conocerá el cierre definitivo del precio de la zafra anterior y se deberán estimar los valores de la producción implantada en la campaña actual. O'Brien recordó que el precio provisional marcado a junio fue de US$ 11,05, pero el 80% del arroz ya comercializado muestra que sería difícil mantener ese valor en el cierre final.
Por esa razón, la gremial comenzó a trabajar en alternativas que permitan disponer de herramientas financieras que amortigüen el impacto de la caída de precios y otorguen tiempo al mercado para reacomodarse. Aclaró que no se trata necesariamente de replicar los fondos arroceros del pasado, sino de analizar instrumentos que ayuden a enfrentar el próximo ciclo productivo sin afectar la estabilidad económica de los productores. Explicó que el sector cuenta con "experiencia suficiente" en la gestión de este tipo de herramientas y que el objetivo principal es evitar que la próxima siembra enfrente restricciones financieras que comprometan su planificación.
En ese marco, enfatizó en la necesidad de "ser muy juicioso" en el manejo del presupuesto por hectárea, ajustando gastos con cuidado para no afectar la productividad. Recalcó que mantener la eficiencia técnica es indispensable para diluir los costos, incluso en un escenario donde los valores internacionales no ofrecen garantías de recuperación en el corto plazo.