La polémica propuesta de etiquetado ambiental para productos textiles en la Unión Europea, que amenazaba con poner en desventaja a la lana australiana frente a fibras sintéticas derivadas de combustibles fósiles, ha sido aplazada. Gracias a los esfuerzos liderados por Australian Wool Innovation (AWI), junto a productores de lana y aliados globales, se logró exponer las debilidades en la metodología del Product Environmental Footprint (PEF), evitando así un impacto negativo en la industria lanera.
AWI centró su trabajo en dos frentes: en la Secretaría Técnica de PEF de la Comisión Europea, donde brindó asesoría basada en investigación científica, y en el activismo político a través de la campaña Make the Label Count. Angus Ireland, gerente del Programa de Defensa de la Fibra y Credenciales Ecológicas de AWI, destacó la importancia de la movilización del sector lanero: «Los participantes del IWTO en Adelaida el pasado abril respondieron con fuerza a la consulta pública de la UE sobre las fallas en la metodología del PEF, y el mensaje fue claro».
El impacto de esta participación fue significativo, con más del 80% de las 293 respuestas provenientes de industrias de fibras naturales, principalmente de lana. La presión ejercida hizo que el etiquetado francés Eco-score tomara prioridad, lo que significa que a partir de 2026 se exigirá un etiquetado obligatorio para validar las declaraciones ecológicas en prendas vendidas en Francia. Aunque esta nueva regulación es más favorable para la lana debido al uso de los datos de AWI, el proceso aún necesita mejoras para garantizar condiciones justas con otras fibras naturales.
Si bien la metodología PEF aún podría aplicarse a otras legislaciones dentro de la UE, AWI sigue atenta a su evolución. «Es crucial seguir colaborando con los responsables políticos en Francia para perfeccionar el sistema y garantizar un terreno de juego equitativo para la lana», explicó Ireland.
Rurales