Por Carlos Silva
Cundo tuvimos que señalar lo que estaba mal, lo hicimos con responsabilidad, con datos, con la voz de los salteños como respaldo. Denunciamos la falta de rumbo, el abandono de la infraestructura, la ausencia de planificación y el deterioro de la esperanza en nuestra ciudad. Hoy, luego de una elección histórica, ganamos la oportunidad de cambiar eso.
Con la elección de Carlos Albisu como Intendente, comienza una nueva etapa para Salto. Una etapa donde las excusas ya no tienen lugar, porque ahora somos nosotros quienes tenemos la responsabilidad de hacer. Es el momento de demostrar que todo lo que dijimos no eran solo críticas, sino compromisos. Que los diagnósticos venían acompañados de propuestas. Y que cuando hablábamos de orgullo salteño, no era una consigna vacía, sino una meta real.
Sabemos que los desafíos son enormes. Recibiremos una Intendencia con problemas financieros, con servicios colapsados y con un atraso evidente en lo que respecta a infraestructura y desarrollo. Pero también sabemos que contamos con un equipo preparado, con capacidad de gestión y con una visión clara para sacar a Salto adelante.
Desde el primer día, vamos a trabajar para ordenar la casa. No hay desarrollo posible sin administración eficiente, sin transparencia, sin prioridades claras. La mejora de la infraestructura pública será uno de los pilares, pero no solo como símbolo de movimiento, sino como herramienta de transformación para mejorar la calidad de vida y para unir a los salteños.
Vamos a apostar al turismo con una mirada moderna, apoyándonos en la tecnología, la inversión privada y el potencial termal que durante tanto tiempo estuvo dormido. Y vamos a generar condiciones reales para que las empresas vuelvan a mirar a Salto como una opción viable, segura y atractiva. Que estas cosas traigan un nuevo impulso al departamento y que generar puestos de trabaja genuinos, es el principal reclamo de los salteños.
El mayor desafío, sin embargo, no será económico ni logístico. Será emocional. Tendremos que recuperar la confianza de la gente. Hacer que el Salteño vuelva a creer en su ciudad, en sus autoridades, y en su propio futuro. Demostrar con hechos, que tenemos la capacidad de devolverle a la ciudadanía el “orgullo de ser salteños”.
Venimos a administrar lo que hay y a conseguir lo que falta para transformar esta realidad. Venimos a devolverle a cada pueblo del interior la dignidad que merece, con caminería en condiciones, con servicios presentes, con un gobierno que no se encierre en un edificio, sino que camine junto a la gente, escuche, y actúe. Salto es mucho más que la capital; es cada rincón donde vive un Salteño con ganas de salir adelante.
Y lo haremos con el mismo compromiso con el que caminamos toda la campaña. Porque esta victoria no es el fin de un esfuerzo, sino el comienzo de una responsabilidad. Porque cuando uno firma compromisos, como lo hicimos, los honra. Porque no prometimos cambiar Salto desde un escritorio, sino construyendo junto a cada vecino. Ahora, empieza lo más importante. Y estamos listos.
Columnistas