Por Pablo Vela
La victoria de la Coalición Republicana en Salto es mucho más que un resultado electoral favorable. Es la consolidación de un proyecto político que logró unificar visiones diversas bajo un mismo objetivo: devolverle a Salto un gobierno cercano, serio y con rumbo. En ese proceso, Marcelo Malaquina y Carlos Albisu emergen como figuras centrales, no solo por su caudal político, sino por la forma en que construyeron juntos este triunfo.
Marcelo Malaquina encarna renovación con raíces. Su apellido, vinculado históricamente al buen gobierno departamental a través de su padre, Ramón J. Malaquina, le da legitimidad ante un electorado que aún valora la gestión sobria y responsable. Pero Marcelo no vive del pasado: ha sabido forjar su propia identidad, combinar firmeza con apertura, y representar a una nueva generación de líderes colorados que entienden que el poder se gana con propuestas, no con consignas. Y allá fue, a cada rincón del departamento
Por su parte, Carlos Albisu, desde el Partido Nacional, ha sido un factor clave en este proceso. Su compromiso con Salto ha sido constante, desde la conducción técnica hasta la acción política. Lejos de caer en protagonismos, Albisu eligió construir, dialogar, articular, y sumar. Su capacidad de tender puentes dentro de la coalición ha sido determinante para que esta victoria sea de todos, y no de un solo sector.
Esta alianza no fue una jugada electoral. Fue una decisión estratégica, basada en coincidencias programáticas, respeto mutuo y una clara comprensión de lo que la gente pedía: unidad, seriedad y una alternativa viable al Frente Amplio, que en Salto llegó dividido, sin rumbo y cada vez más alejado de la realidad cotidiana.
Mientras el Frente se enredaba en disputas internas y discursos estancados, la Coalición ofreció cercanía, coherencia y futuro. Y la gente lo entendió. Votó por el cambio, sí. Pero también por un cambio con memoria, con equipo y con rumbo claro.
Lo que se logró en Salto es un modelo de construcción política que bien puede inspirar a nivel nacional: una coalición moderna, plural y efectiva, donde nadie impone y todos aportan. Donde el objetivo común no borra las identidades partidarias, pero las pone al servicio del bien mayor.
La victoria es de Marcelo Malaquina, es de Carlos Albisu, y es de cada dirigente, militante y ciudadano que creyó que Salto podía salir del estancamiento. Ahora empieza lo más importante: transformar ese respaldo en gestión.
Se escuchó a la gente, pedía un cambio, pedía menos discusiones y más propuestas, la Coalición puso a sus mejores exponentes, a sus mejores propuestas, para competir con un Frente Amplio del acomodo, del olvido de la ciudad y del interior.
Salto habló. Y la Coalición respondió con liderazgo, madurez y futuro.
Salto espera. La Coalición debe responder con madurez política sabiendo que además desde el resto del país nos miran atentamente por ser la primera experiencia de gobierno de Coalición Republicana.
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