domingo 29 de junio, 2025
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La garrapata se puede erradicar «si aplicamos la ley como corresponde»

Avisos judiaciales

Con más de seis décadas de experiencia en la lucha contra la garrapata, el médico veterinario Dr. Adolfo Bortagaray Fariña, referente sanitario de la región norte del país, dijo «podemos erradicar la garrapata a nivel de zonas si aplicamos la ley como corresponde».
Una historia de resistencia
«Hace 60 años que convivo con la garrapata», recordó el Dr. Bortagaray al comenzar el diálogo con el programa La Hora del Campo, en radio Tabaré. Su experiencia se remonta a la década de 1960, trabajando junto al Dr. Arzuaga. Desde entonces, ha sido testigo directo de la evolución -y deterioro- del control sanitario del parásito.
En los años 70 y 80, Uruguay vivió una crisis sanitaria por resistencia a los productos fosforados. «Se cambiaba de una molécula a otra, pero siempre dentro del mismo grupo, y duraban poco. Fue muy grave, pero no tanto como lo que estamos viviendo ahora», señaló. Rememoró casos dramáticos, como el de un productor de Young que debió sacar su ganado a la calle para evitar muertes por garrapata, ante la ineficacia de los tratamientos.
La aparición del Amitraz en 1980 marcó un antes y un después. «Fue como pasar de la noche al día», afirma. Luego llegaron los piretroides, más fáciles de aplicar y transportar, y se vivió una etapa de mejor control. Sin embargo, el mal uso de los principios activos llevó nuevamente al desarrollo de resistencias.
El cambio climático
El Dr. Bortagaray vinculó el agravamiento del problema con factores ambientales. Según expresó, «el cambio climático ha incidido: tenemos más calor, y aparecieron enfermedades y vectores que antes no teníamos, como la mosca de los cuernos y la leishmaniasis». Uruguay, históricamente considerado un país en zona límite para la garrapata por su clima templado, enfrenta hoy condiciones más propicias para su propagación.
Además de la resistencia a múltiples productos, el uso combinado de principios activos con eficacia media es una de las pocas estrategias que aún permiten cierto control, aunque parcial. «Estamos en una situación muy grave», sentenció.
Una ley moderna, pero sin aplicación real
En su análisis, el Dr. Bortagaray hizo especial hincapié en la falta de aplicación efectiva de la legislación sobre la temática. La actual Ley de Garrapata -reglamentada en 2009- surgió tras un largo proceso impulsado por gremiales veterinarias y productores, en el que él mismo participó activamente desde la Agropecuaria de Salto, junto a autoridades como el Ing. Martín Aguirrezabala, ministro en aquel momento y el Dr. Hipólito Tapie. «Se aprobó una ley moderna que cambió el enfoque: ya no se trata de erradicar, sino de controlar según zonas», explicó.
La normativa vigente contempla la categorización de productores según su comportamiento sanitario y permite al Ministerio de Ganadería intervenir con medidas como la interdicción y la designación obligatoria de veterinarios que coordinen tratamientos en zonas afectadas. Sin embargo, nada de eso se cumple.
«La ley está, pero no se aplica. Decían que era un problema de los productores y que el Ministerio debía enfocarse en enfermedades que afectan las exportaciones, como la aftosa o la brucelosis. Pero la garrapata también tiene impacto comercial: cuando aparecieron residuos de Etión, quedó claro», adviertió.
Residuos y riesgo de cierre de mercados
El Dr. Bortagaray recordó que en 2002 se detectaron residuos de ivermectina en animales tratados de forma urgente antes del embarque y en ese momento no se dio la relevancia que tenía el problema. «Mañana nos cierran los mercados», alertó.
La presencia del Etión en carne, en un embarque en Estados Unidos, motivó una reacción más firme desde el gobierno. «El ministro Tabaré Aguerre tuvo la deferencia de llamarme y darme participación. Se trató el tema con seriedad. Pero hasta que no aparecieron los residuos, no se hizo nada con la ley», criticó.
En su visión, la interdicción debe tener un principio y un fin, con acciones coordinadas que lleven al saneamiento real. Hoy, afirmó, la interdicción es solo formal, y los productores conviven con ella sin consecuencias ni exigencias reales.
La vacuna promete, pero no mágica
Consultado sobre las posibles salidas, el Dr. Bortagaray considera que la vacuna contra la garrapata es una herramienta esperanzadora. Integrante de una comisión técnica junto a los doctores Solari y Cuore, participó de presentaciones recientes del producto desarrollado por el Dr. Agustín Correa (biólogo con PhD) del Institut Pasteur, y valoró positivamente los avances.
«Si nos da una protección del 70%, es buena, porque lograremos lo que tienen las razas cebuinas, como en Brasil», señaló. Explicó que en ese país la lucha contra la garrapata no es obligatoria, y aunque se ven algunos parásitos en los frigoríficos, la carga no es significativa. La vacuna permitiría reducir las infestaciones y, por tanto, los efectos clínicos como la anemia, que pueden costar hasta 40 kilos de peso por animal en un año.
El rol del Ministerio
Uno de los ejes más contundentes del análisis del veterinario salteño es la inacción del Ministerio de Ganadería. «Tiene que actuar como policía sanitaria. Todos -la ARU, la Federación Rural, la Asociación Agropecuaria de Salto- coincidimos en eso. Unánimemente se reclamó que el Ministerio asuma su rol», enfatizó.
Relató que, en distintas instancias, se han propuesto estrategias zonales, como comisiones vecinales en Valentín o Colonia Lavalleja, con buena base social y técnica. «No se puede interdictar a todo el país, pero hay zonas donde hay productores interdictos desde hace años. Ahí hay que actuar», sostuvo.
Insistió en que con voluntad y coordinación, en un año y medio se puede sanear una zona. «La larva vive apenas 12 a 14 meses. Después puede volver, pero si la tenemos bajo control, usamos menos productos y evitamos generar más resistencia. Podemos erradicar la garrapata a nivel de zonas», afirmó.
Shock sanitario
El Dr. Alfredo Fratti, ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, ha planteado la necesidad de dar un «golpe de shock» a la garrapata. Bortagaray coincidió con esa visión, pero advirtió que el shock debe ser institucional, no solo técnico.
«Aplicar la ley donde hay interés, conciencia, infraestructura. Y donde no la hay, concientizar. Porque los productores no se van a poner de acuerdo solos: están los problemas de los alambrados, las enemistades, los celos profesionales. Tiene que haber coordinación desde el Estado», subrayó.
Criticó el uso indiscriminado y creciente de nuevos productos, que además de caros. «Si bajan el precio, se va a usar más. Y en seis años, como pasó siempre, ya tendremos resistencia. Hay que usar lo mínimo posible. Por eso aliento expectativas con la vacuna», afirmó.
El momento de actuar es ahora
Bortagaray finalizó diciendo que «en algún momento, las charlas tienen que terminar en acciones. Y ese momento es ahora». La ley existe, la tecnología también. Solo falta voluntad política y compromiso institucional.
Para él, no se trata de hacer algo nuevo, sino de cumplir con lo que ya está escrito. «Esto se puede controlar si se quiere. Si no actuamos, el problema va a seguir creciendo. Y los costos -sanitarios, productivos, comerciales- serán cada vez más altos», advierte.