Cambio de mando
Por Dr. Fulvio Gutiérrez
Cuando se celebraron en nuestro país, las elecciones nacionales y las elecciones departamentales y municipales, señalé que esos acontecimientos, constituían dos fiestas cívicas de tremenda importancia, ya que expresaban el cumplimiento de las previsiones establecidas en nuestra Constitución, y porque, fundamentalmente, eran la voluntad directa de nuestra ciudadanía que, con total libertad, expresaba su apoyo a determinado partido político y establecía quienes iban a gobernar nuestro país o nuestro departamento en los próximos cinco años.
Pues bien, esa expresión de principios, con referencia al departamento de Salto, tuvo un resultado que determinó un cambio del partido que había gobernado durante dos períodos, el Frente Amplio, y la asunción de un nuevo partido político, la Coalición Republicana que, con otros titulares, con otro programa, y con otra filosofía política, asumía el gobierno departamental durante los próximos cinco años.
Precisamente, cumpliendo con el resultado de aquel domingo 11 de mayo, y con la expresa proclamación de la Junta Electoral, el pasado jueves 10 se formalizó lo que se denomina el “cambio de mando”, esto es la transferencia pacífica de los cargos de Intendente, de miembros de la Junta Departamental, de Alcaldes y de Concejales, entre el gobierno saliente y el gobierno entrante. Aunque parezca simplemente una formalidad, este acto es la clara expresión de la estabilidad y legitimidad de un sistema democrático, desde el momento que el poder político se renueva y se ajusta a la voluntad popular, expresada en las urnas.
Para el nuevo gobierno que dirigirá el Dr. Carlos Albisu, nace la enorme responsabilidad que el cargo de Intendente supone. Es el Poder Ejecutivo del departamento, y tiene a su cargo, un enorme abanico de competencias que se establecen claramente en la Constitución de la República y en las leyes que la reglamentan y complementan. Deberá designar a su “equipo de gobierno”, esto es, aquellas personas que colaborarán en el cumplimiento de aquellas competencias, de acuerdo con la norma presupuestal que se deberá elaborar en su oportunidad, con la aprobación de la Junta Departamental.
Para ello, deberá conocer cuál es la verdadera realidad del gobierno que recibe, sobre todo desde el punto de vista financiero, económico, de su activo y de su pasivo, del material humano con que cuenta y su distribución en escalafones, categorías y grados, de la realidad de su flota de vehículos, máquinas y herramientas en general, del estado de la infraestructura física, de la vialidad urbana y rural, y en fin, de una serie casi interminable de realidades propias de un gobierno departamental que no es ni el momento ni la intención de analizar en detalle.
En ese período de transición que siempre existe, entre el gobierno que se va y el que asume, seguramente, habrá habido alguna información. Pero también, seguramente, la realidad va a superar aquella información.
Nada de eso es tarea fácil, y sería un atrevimiento de mi parte, que yo dé consejos o realice sugerencias. Descarto que hay ya un proyecto de gobierno para hacerlo realidad en bien de Salto y de su gente. Pues bien. Manos a la obra.
Ya habrá tiempo para hacer los análisis sobre temas determinados.