
Carlos Juayeck, representa la perspectiva del padre primerizo. «Al principio da incertidumbre, pero luego es inigualable. Saber que alguien depende de uno reconforta», describe la transformación emocional. Sus desafíos se centran en «garantizar educación y un entorno donde se sienta querido y respetado». Como valores fundamentales, prioriza «respeto, igualdad, humildad y superarse cada día». Hasta hace unos años, el rol del padre era el de ser la autoridad, mientras que el rol de la madre era el de dar cariño y encargarse de todas las necesidades del niño. Actualmente, este modelo ha ido desapareciendo, ahora que muchas mujeres trabajan fuera de casa. Los padres se han vuelto más cariñosos y expresivos con sus hijos. No obstante, continúan siendo una autoridad.
CAMBIOS
Pese a ser uno de los más jóvenes de los entrevistados, Juayeck percibe cambios drásticos en poco tiempo: «Aunque soy padre joven, todo cambió rápido: seguridad, convivencia, adicciones. Problemas que tal vez ya existían pero era otro tipo de juventud». Su teoría es clara: «Hay más gente en menos espacio y surgen problemas que antes no se veían tanto». Esta densidad poblacional genera, según él, «otro tipo de convivencia» que multiplica riesgos conocidos. Ser padre hoy en día implica desarrollar habilidades de comunicación y empatía. Los padres deben ser capaces de escuchar a sus hijos, comprender sus emociones y necesidades, y brindarles un espacio seguro para expresarse. La comunicación abierta y honesta entre padres e hijos fortalece el vínculo familiar y ayuda a construir relaciones sólidas basadas en el respeto mutuo.