
Matías Rimeau, de 34 años con una hija de 5 y un hijo de 11, considera que la paternidad «cambió todo» en su vida. «Ahora pienso más en ellos que en mí mismo», reconoce con naturalidad. La adolescencia y las nuevas tecnologías, como internet y las redes sociales, tienen un impacto significativo en la vida de los jóvenes, presentando tanto oportunidades como desafíos. Por un lado, la tecnología facilita el acceso a la información, el aprendizaje personalizado y la comunicación global. Por otro lado, puede generar problemas como la adicción, el aislamiento social y el ciberacoso, además de afectar la salud mental y el desarrollo social.
PRESIÓN TECNOLÓGICA
Su análisis generacional es revelador: mientras él creció «más en el barrio con la madre en casa», observa que sus hijos «corren de actividad en actividad». Esta diferencia no es menor: detecta que «a los niños de hoy les cuesta socializar, ya no hay grupos de vecinos jugando en la calle». La presión tecnológica se manifiesta especialmente con su hijo mayor, quien ve que «algunos compañeros ya tienen celular y Play Station 5». Rimeau y su pareja optan por limitar las pantallas, aunque reconocen que «él lo siente raro y pregunta por qué él (su compañero de clase o del barrio) puede tener eso y yo no». Su mayor desafío actual es combatir el aburrimiento constante: «Se aburren rápido de todo, mantenerlos motivados es difícil. A veces no sabés para dónde apuntar”.