domingo 24 de noviembre, 2024
  • 8 am

Nuestras costumbres

Gerardo Ponce de León
Por

Gerardo Ponce de León

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Por Gerardo Ponce De León
Hoy prestaba atención a la forma de comenzar a tomar mate a los muchachos, y a su vez, que hace cada uno, mientras comienzan su jornada matinal. Hoy día, gracias a la tecnología, tienen, cada uno, su hora de levantarse. Todos obran de acuerdo a lo que han visto o aprendido, para que su mate comience a funcionar. Lo bueno es que todos toman la misma yerba, con esto se descarta el hecho de que lo comienzo así, ya que si no se lava enseguida o queda más amargo el mate.
Unos comienzan con agua fría, con agua tibia, con agua caliente; unos esperan que se “hinche” la yerba; otros toman desde la primera cebadura; otros las toman y la expulsan de la boca, no la tragan; después de que se hincha la yerba colocan la bombilla, tenemos lo que enfrían el agua con la bombilla. Me imagino, donde son muchos los muchachos, la variedad de formas que habrán con respeto a esta materia. Es un ritual que se repite todos los días y de la misma forma, por parte de cada uno de los actores, no he logrado ver una variación en algún día.
Lo que sí es muy común, que se termina de tomar el mate y uno ve que la gran mayoría, lavan el mate. Le tengo que agregar que hoy tenemos que agregar la presencia de los celulares. Si aparece algo entretenido, gana el celular y el mate llega a quedar con el agua.
Es lógico que es imposible saber si existe una costumbre y como es el mismo, en la ciudad ya que la convivencia es familiar. Los horarios son distintos y es mucho más común el desayuno, sea café, café con leche o un té. No creo que se haga un ritual del mismo, dado que posee una variedad muy diversa, cosa que en el campo no se cuenta.
¿Será la única costumbre que tenemos los seres humanos al levantarnos? Existen aquellos que lo primero que hacen es agradecer a Dios, por el nuevo día que llega y le piden que lo ayude a tener un día de realización mejor como ser humano. Están también los que recién, cuando se ven en el espejo, al lavarse la cara y peinarse, se acuerdan de Dios; estamos los que somos como Santa Bárbara, nos acordamos cuando truena; y ¿qué es agradecer a Dios? Simplemente es decir: “Gracias”.
Es cierto que hay muchas costumbres arraigadas en los seres humanos, pero el agradecer no es una de ellas, como también no dar los buenos días: a los familiares, al vecino, compañeros de trabajo, a los conocidos que se cruzan en nuestro camino. Y esto muchas veces nos cuesta hacerlo o no tenemos la costumbre de hacerlo; entonces tengo razón en pensar que nos cuesta más darle las gracias a alguien que no vemos, como es Dios. Cuantas personas no dan ni el buen día o buenas tardes cuando llegan a un lugar.
Esto también es una costumbre, como tantas que se van perdiendo, que nosotros los padres no hemos aprendido y no sabemos transmitir a nuestros hijos. Después, lo primero que se hace es echar las culpas a otro, sin reconocer que es nuestra, y solamente nuestra, y que no supimos o no le dimos el valor que tiene, es una costumbre y la dejamos ahí.
Vio como tenemos muchas costumbres los seres humanos, le damos valor a la que nos trae un rédito, y dejamos de lado, las que según nosotros mismos le quitamos importancia, ya que su valor es casi nulo. ¿Qué se gana con darle lugar a un adulto mayor? ¿Qué se gana dando buen día o decir salud? ¿Qué se gana con saludar afectuosamente a un conocido? Y todas son costumbres que “mama” de chiquito, si nos tomamos el trabajo de enseñarlas a nuestros hijos.
Observemos como se prepara un mate, y veremos que cada uno refleja lo aprendido. Enseñemos costumbres y veremos cómo se aprende.