viernes 22 de noviembre, 2024
  • 8 am

De Dios para nosotros

Padre Martín Ponce de León
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Padre Martín Ponce de León

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Padre Martín
Ponce De León
Quizás alguno pueda no estar de acuerdo con una afirmación que habré de realizar un poco más adelante en este artículo.
Porque me dirán que la Biblia es el relato de la experiencia religiosa de un pueblo.
Porque me dirán que la Biblia es un conjunto de libros que manifiestan la relación de los hombres para con Dios.
Porque me dirán que la Biblia es un conjunto de libros con diversos géneros literarios.
Porque me dirán que la Biblia es la historia de la salvación realizada por Dios con la humanidad.
Sin duda que cada una de tales afirmaciones poseen verdad pero…
No podemos empobrecer el contenido de la Biblia leyéndolo como un libro pleno de pasado.
No podemos empequeñecer su contenido limitándonos a una serie de sucesos más o menos históricos.
No podemos limitarnos a encontrar allí una serie de enseñanzas propias de un tiempo remoto.
Por ello es que, quizás, no estén de acuerdo con que diga que la Biblia es una prolongada carta de amor que Dios ha escrito a los hombres.
Una carta escrita con el corazón en la mano.
Donde se nos manifiesta con sus mejores palabras.
Palabras que no ocultan sus vivencias. Dolor, gozo, compasión y alegría.
Palabras que constantemente dejan entrever su fidelidad.
Fidelidad que va mucho más allá de las infidelidades de los hombres.
Fidelidad que Dios siempre invita a mirar para superar nuestras claudicaciones.
Fidelidad que nos permite renovar un voto a la esperanza y a la confianza.
Pero volviendo a la carta de amor escrita por Dios debemos decir que todos sus renglones desbordan compasión.
Dios siempre se está poniendo en nuestro lugar por más que nosotros siempre estemos buscando ponernos en su lugar.
Él lo hace por compasión, nosotros lo hacemos por egoísmo y comodidad.
Dios nos hace saber de su amor que siempre, porque es verdadero amor, siempre nos comprende y respeta.
Dios nos acepta tal como somos y ello nos lo demuestra en cada una de las páginas de su prolongada manifestación de amor.
Muchas veces a esta compasión la malentendimos y pretendimos suponer a Dios similar a nosotros.
En este proceso de asimilación trasladamos a Dios nuestras características.
Le atribuimos actitudes muy humanas como si Él fuese uno más con nosotros.
Toda su carta deja traslucir una misericordia que no se agota en los límites de lo escrito.
Una carta en la que no duda rubricarla con el sacrificio liberador de su Hijo.
En esas páginas todo su amor aparece a flor de piel.
Con mayor intensidad que en ningún otro lado habla de cercanía y acompañamiento.
Con mayor fuerza que en todos los renglones anteriores dice de perdón y ayuda.
Por ello es que debemos adentrarnos en los renglones de dicha carta no para conformarnos a saber lo que dice sino para dejarnos cuestionar por lo que nos dice.
Sin miedo debemos animarnos a intentar contestar vitalmente lo que Él nos dice desde cada uno de los trozos que podemos leer.
Por ello es que la Biblia es una carta escrita para el presente por más que haga referencia a hechos cargados de historia.
Son hechos que deben servir para iluminar nuestra historia personal y ayudarnos a vivirla de la mejor manera posible.
Dios nos dice que es fiel, compasivo, misericordioso, que desborda de amor por cada una de sus criaturas pero es justo.
No es alguien que justifique todas nuestras conductas.
Tampoco es alguien al que le es indiferente lo que hagamos.
Dios porque nos ama es justo.
Quiere para cada uno de nosotros lo mejor y está dispuesto a ayudarnos siempre que se lo solicitemos pero ello no quiere decir que sea un tonto.