Por Gerardo Ponce De León
¡Qué primavera más rara, nos ha tocado vivir este año! Creo que es el complemento ideal, para esta pandemia que trae a todo el mundo con grandes complicaciones. Soy de la idea que recién empezamos a vivir las consecuencias de la misma, ya que personalmente veo un futuro muy lento en mejorar. No quiero ser pájaro de mal agüero, pero la sensación que tengo es que faltan, nos guste o no, sectores que son motores muy importantes para el arranque del comienzo de una mejoría, sufrir las consecuencias de esta pandemia.
No sé si será, algo lento o rápido, pero no hay razón alguna para que estos sectores no sufran la presencia del Covid-19, porque si no es por la pandemia, es una oportunidad para “voltear” los precios del mercado, y no podemos olvidar que somos tomadores de precio.
No pretendo, con esto ser adivino, simplemente pretendo mirar hacia adelante, poniendo las “barbas en remojo”, y miren que somos unos privilegiados; gracias a la forma de encarar, por parte del gobierno y todo su equipo, al corona-virus; en todo el contexto mundial.
No voy a volver a reiterar los puntos a favor que nos trajo, las consecuencias, el despertar que nos ha producido, el hecho de sufrir dicha pandemia; pero si tenemos que seguir mirando con el corazón al ser humano que tenemos a nuestro lado. Bien decía, en uno de sus últimos artículos, el Padre Martín: “Nuestro respeto debe comenzar, siempre por saber sus nombres y poder tratarlos personalizada mente. Los pobres no son otra cosa que personas que, por diversas realidades de sus vidas, han caído en desgracia y no han sabido o no han podido salir adelante.
No es que quiera aburrirlos con el tema, pero tengo también, la sensación, de una vez concluida la pandemia, entremos en un letargo, frente a los que necesitan que les demos una mano, y sé que se nos cierran y caemos en “en lugar de pedir, que vayan a trabajar”, olvidándonos, que por su aspecto, por todo lo que le rodea, somos los primeros en negarles una mano.
Claro, una de las razones, es el hecho de no tener “figuración”, nadie habla de eso, y lamentablemente, a todos; un porcentaje muy alto; nos gusta, que nos pasen la mano, que se abone nuestro ego, quedando cual es el motivo real por el que nos movemos.
Sé que es pelear contra molinos de viento, pero la realidad, pienso, se pinta dentro de esos matices que les describía, párrafos arriba. Y este pensamiento, trae a mi mente una pregunta: ¿será así o soy yo que lo veo de esta forma?
Muchos podrán pensar quien soy para plantearme este dilema, pero el trato o el roce con personas, que necesitan una mano, me llevan a tomar o cuestionarme mi actitud, frente a estas personas que muchas veces buscan una palabra de aliento, unos oídos que lo escuchen, y también les tengo que decir, que son más las veces que no me encuentran, que las que soy capaz de brindarle un simple y vulgar apretón de mano, una abrazo, o un llamarlo por su nombre. Todo esto, no es otra cosa que ver en el prójimo a un ser humano.
Por lo poco que sé, me ha dado la impresión que la encíclica, última del Papa Francisco, Fratelli Tutti, camina por ese camino de la valoración, aprecio y aceptación del ser humano.
Espero que, tanto el gobierno nacional como los departamentales, pongan sus miradas y metas en el desarrollo de la persona, dado que de nada sirve un país rico con gente pobre, ni un país pobre con gente rica. Sirve si una nación con seres humanos, viviendo dentro de ella.
Espero que TODOS aprendamos la lección de: AMAR al prójimo como a uno mismo.
Columnistas