viernes 22 de noviembre, 2024
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Bautismo para el cambio

Padre Martín Ponce de León
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Padre Martín Ponce de León

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Sol

Por el Padre Martín Ponce De León
Hay quienes opinan que Juan era un esenio salido de la comunidad para realizar una tarea en solitario.
Los esenios era una comunidad de judíos que vivían el estricto cumplimiento de la ley desde una experiencia de aislamiento y vida comunitaria.
Hay quienes sostienen que Juan era un “mandeo” y por ello la predicación y su propuesta de un bautismo para el cambio de vida. Un bautismo de conversión. Los escasos “mandeos” que aún perduran se hacen llamar “Los cristianos de Juan”
La palabra bautismo hunde sus raíces en el sentido de “enterramiento”. Enterrar, dejar atrás, un estilo de vida para comenzar una vida renovada.
Quienes opinan una cosa o quienes sostienen la otra lo hacen con fundamentos suficientes como para que ambas cosas sean posibles.
Lo real es que Juan era un asceta que vivía en el desierto, en las orillas del Jordán, y allí predicaba la necesidad de la conversión porque Dios estaba muy pronto a desatar su ira ante la equivocada conducta de los hombres.
Juan tenía una predicación dura y exigente puesto que así lo pedía Dios cansado del extravío de los hombres.
Muchos eran los que se llegaban hasta él y se hacían bautizar. Otros se quedaban junto a él y se volvían sus discípulos.
Sin lugar a dudas era todo un personaje de su tiempo. Admirado por algunos, respetado por muchos y temido por otros.
Juan era, también, pariente cercano de Jesús.
Quizás motivado por comentarios escuchados sobre él y conducido por el espíritu de Dios, Jesús se acercó a escuchar la predicación de Juan.
Algo debe de haber resonado en su interior puesto que se acercó a recibir aquel bautismo de conversión que se proponía.
Muchas veces nosotros unimos la palabra conversión a la palabra pecado y ello no es correcto puesto debemos unirla a la palabra cambio de vida.
Jesús va a vivir una auténtica conversión puesto que luego de treinta años de una vida dedicada a su trabajo y de profundas reflexiones va a comenzar una vida totalmente distinta.
Deja atrás su trabajo, deja atrás a su familia y va a salir a la intemperie para cumplir con su misión de enviado de “la Buena Noticia”
Se puede decir que va a tener una predicación diametralmente opuesta a la de Juan. No hablará de un Dios irritado sino de un Padre cercano y misericordioso siempre dispuesto al perdón y al amor.
Si nos detenemos a mirar la conversión de Jesús podemos afirmar que responde a una necesidad de coherencia con la razón de su vida.
A partir de ese bautismo muchas son las realidades que cambian en la vida de Jesús.
Tanto es el cambio que muy pocas son las realidades que se conservan de esos treinta años para dar paso a ese pequeño e intenso tiempo de vida pública.
Es asumir su misión y hacerla realidad para darle pleno sentido a su existencia.
A partir de ese momento va a tener discípulos a los que les costará poderle entender verdaderamente. Va a tener seguidores que lo harán movidos por la admiración que despiertan sus poderes. Van a estar los que le buscan porque pretenden algún beneficio personal y van a estar, en número creciente, aquellos que se sentirán molestos con su propuesta y buscarán quitarle del medio.
Pero, por sobre todas las cosas, estará, en el fin del camino, una cruz que se ha de ir agigantando a medida se va tornando más elocuente en su predicación y en sus acciones.
Sin duda que Jesús no es ningún ingenuo y, por lo tanto, alguien que sabe muy bien lo que le sucede a aquellos que optan por un cambio como el suyo por eso la cruz cada vez más presente en su vida.
Pese a todo lo que implicaba aquel cambio Jesús se acerca a hacerse bautizar para dejar atrás una vida de normalidad y comenzar una vida de intemperie y cuestionamientos.