sábado 23 de noviembre, 2024
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2020: Un año para aprender

Gerardo Ponce de León
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Gerardo Ponce de León

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Minervine

Por Gerardo Ponce De León
Les comenté, en mi escrito anterior que les iba a dar mi opinión sobre el año 2020, es algo personal, pero en ciertos momentos me voy a referir a hecho; los cuales me van ayudar a que se entienda mi idea. Un sacerdote me decía: «No ha sido un año malo, si duro y difícil, mala es la actitud de nosotros frente a los desafíos que nos ha planteado».
Todo ha dependido de cómo lo encaramos. Tenemos que reconocer que se tuvo que aprender muchas cosas, nos hemos visto obligados a cambiar formas y amoldarnos a la nueva normativa que nos ha llevado a vivir. Nos llevó a respetar a los demás respetándonos nosotros mismos. Nos enseño a tomar costumbres diferentes, como el uso del tapaboca, del alcohol en gel, de un aseo más continuo.
También a cambiar y aceptar la voluntad de los demás. Una señora estaba como dormitando en una peluquería, se pensó que se estaba por dormir y se le hizo saber. «Tengo un dolor interno. Resulta que mi hermano y mi familia, estuvimos en cuarentena 15 días para pasar la fiesta con nuestro padre, en total seríamos 9. Mi padre, por estar mejor cuidado, vive en un hogar, ya que todos trabajamos. Fui y le comuniqué la idea, en un principio le encantó, y le dije: cuando vuelvas, tienes que estar 7 días en tu pieza, para cuidar a todos los que viven acá, ya que rompes tú burbuja. A lo que me dijo: No salgo de acá. No me quedó más remedio que aceptar su voluntad. Fui al súper y le hice un pedido para que pasara con la gente que están viviendo con él».
Cuantos gestos tendríamos para contar, y tenemos la obligación de respetar la voluntad del otro. Claro que para aquel que ha perdido un familiar, por culpa de la pandemia, que capaz no sea la culpable del deceso, sino la gota que desbordó el vaso; es un año malo. Para aquellos que han sufrido un aislamiento, o la pandemia en sí; cosa que no debe de ser nada agradable; y luego tener la grandeza de soportar bromas, muchas veces de muy mal gusto o acusaciones de algo que se hizo mal, pero que creo que nadie somos capaces de poder el derecho a tirar la primera piedra.
La gran ventaja de nuestra actividad, es la de trabajar a «cielo abierto», entonces tenemos que agradecer lo que hacemos. Pero todos los años, son iguales, ya que el medio no cambia, y si cambia la culpa es nuestra, con o sin viru-viru. También todos aquellos que no han sufrido, tienen que agradecer a Dios, el tener salud, que es una virtud muy importante para lo que nos ha tocado vivir.
Tenemos que reconocer que es duro y difícil, pelear contra algo que no vemos, que no sabemos dónde está; pero me pregunto: ¿Es este el único año que tenemos que pelear contra algo que desconocemos? No, todos los años programamos como pensamos que lo vamos hacer, y en un abrir y cerrar de ojos, cambia el clima, las circunstancias, el medio que nos rodea, aparece un problema, tantos factores que inciden sobre nuestro proyecto (externos o internos) y nuestra idea tiene que ser modificada sobre la marcha, y todo se hace duro y difícil. Entonces no miremos solo lo malo de lo que nos toca vivir, seamos más sinceros y veremos que siempre lo malo, trae consigo cosas buenas; reconozcamos que lo malo nos duele o lastima, pero lo bueno es mucho más grande y positivo que lo malo, duro y difícil que nos ha tocado vivir.