Por Pablo Vela
La Real Academia Española define a “prejuicio” como: opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal.
También se escucha al definir al prejuicio afirmaciones como “Juicio de valor realizado de forma anticipada, sin corroborarlo, hacia una persona o grupo” o siendo un poco más profundos, dentro de la sicología definen al prejuicio como “una antipatía basada en una generalización inflexible y errónea, que puede ser sentida o expresada, dirigida hacia un grupo como totalidad o hacia un individuo por ser miembro de un grupo”.
Lo anterior viene a colación a por la estampida de críticas, la mayoría en clara forma de prejuicios, que ha recibido la propuesta de los diputados Gustavo Zubía y Eduardo Lust respecto a la salida de los integrantes de las Fuerzas Armadas (soldados) a colaborar contra la lucha de la delincuencia, a tener presencia militar en las zonas más conflictivas del país (por el momento Montevideo y Canelones).
El prejuicio que existe para con los soldados es tan actual como injusto. Más allá de debates sobre su necesidad o no, sus funciones, etc., lo cierto es que quienes nada proponen referente a la lucha contra la inseguridad vinculan a los soldados de la actualidad con atrocidades ocurridas hace 50 años. La casi totalidad de nuestros soldados de hoy en día no eran nacidos cuando el país vivió años oscuros y donde militares rompieron la institucionalidad del país.
Entonces ¿cuál sería el problema de que los soldados colaboren con la policía?. Por supuesto habrá que estudiar las formas, instruirlos en futuros escenarios de cara a la lucha con la delincuencia que cada vez se encuentra más armada, con mejor y mayor logísitica, etc.
Señalar a la propuesta de “miliquera”, “golpista”, “fanático de las botas” solo indica dos cosas que pueden coexistir o no. Quien lo dice es ignorante, ignora la historia del país e ignora la actualidad del país, o quien lo dice es un oportunista, ventajero y con mucha mala fé que utiliza el dolor de quienes sufrieron de primera mano las decisiones equivocadas de los militares de hace 50 años que no desconocemos y que repudiamos.
La inseguridad crece en el área metropolitana pero el interior no es ajeno sobretodo en lo que refiere a flagelo de las drogas. Hoy en día, Salto mismo convive con verdaderas organizaciones delictivas que destruyen día a día a nuestra sociedad, nuestros jóvenes y no aparecen propuestas que intenten modificar ese escenario, no se plantean cuestiones que ayuden a empezar a controlar una de las cosas que más inquietan a los salteños, a los uruguayos, ni hablar de estudiar y conocer desde adentro el problema.
Fuera de ese grupo de “ocupa cargos” sin sumar en nada, el diputado Zubía casi en soledad, con el apoyo de la banca del diputado Lust, conocedores ambos de la legislación actual, de los procederes de la delincuencia, de los miedos de los delincuentes, etc., asumen los costos políticos y ponen encima de la mesa una propuesta que es mucho menos polémica de lo que los oportunistas quieren hacer creer.
El Estado, desbordado por la inseguridad, debe usar todas las herramientas que tenga a disposición para intentar controlar la situación: Policía, Fiscalía, Poder Judicial y si existen otros recursos sumémoslo porque hoy en día la lucha contra la delincuencia la vamos perdiendo.
Otra vez demostrando compromiso, responsabilidad y, reiteramos, que no teme a absorber los costos políticos en pos de un mejor país, el diputado Gustavo Zubía pone sobre la mesa un posible nueva herramienta para colaborar en esa lucha.
Quienes la critican, la menosprecian o la usan para sumar algún voto más ¿qué proponen?
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