domingo 22 de diciembre, 2024
  • 8 am

Para algunos dirigentes, la culpa es de los árbitros

Sol

Muy poca autocrítica han hecho algunas instituciones sobre los incidentes y cualquier tipo de violencia que hemos visto en las canchas del fútbol salteño, este año y desde siempre. No es la mejor forma de combatir este problema, el cual no es más que un reflejo de la sociedad, quizás el peor, porque se aprovecha del fútbol para descargar lo malo de cada uno, lo que en otros ámbitos no se puede, guardando estos comportamientos para la cancha.
Faltó que se pidieran sanciones para los árbitros por ser agredidos. Realmente es lamentable la actitud de varios dirigentes que, en el afán de defender sus colores y seguramente con el aval de los demás compañeros de directiva, llevaron a la última reunión de la Liga Salteña una posición agresiva pero muy lejana al arrepentimiento en el caso de Ceibal, o de comprensión de la realidad en el caso de otros clubes, que apuntaron a los árbitros como responsables de las reacciones.
No vamos a desconocer a esta altura que hay árbitros prepotentes, que ingresan a la cancha quizás con exagerada vehemencia para dirigir, o que directamente se equivocan mucho. Pero lo que el resto debe entender es que desde el momento que se entra a una cancha, la autoridad es el árbitro. Después existen otros ámbitos para el diálogo y tratar de cambiar lo que no se está de acuerdo. Pero que al entrar a la cancha el que manda es el de negro, no hay dudas ni debe haberlas.
También se reclamó desde otra vereda; se recordó que la violencia aleja al público de las canchas y que en lo que va del año no se ha llegado a vender 2.000 entradas por etapa, como sucedía hasta hace unos años. Un dirigente hasta reconoció que a algunos escenarios y partidos prefiere no llevar a sus hijos chicos. Es una señal.
No sabemos si la violencia es una causa de que la gente no vaya a la cancha o que vaya en mucho menor número, pero que no ayuda, no ayuda, eso es seguro.
El tema es que estemos capacitados para reconocer el problema, o que no lo disfracemos y pasemos responsabilidades al de al lado. Ese es el peor camino.
Freddy Aguirrezábal