Por Pablo Vela
Son innumerables las definiciones o descripciones de lo que se entiende por el político, por la persona que hace política.
Tantas definiciones hay como las expectativas que genera cuando le damos nuestra confianza materializada en una boleta, con una lista de candidatos, con un lema, sub lema, número de lista, un sobre y su posterior ingreso en las urnas.
Muchas son entonces las cuestiones en las que deberíamos pensar previo a tomar esa decisión que determina, probablemente, nuestro humor, nuestros días por al menos 5 años.
Algunos piden que se haga énfasis en su compromiso con el cargo, estar siempre, no dejar de participar o visitar las zonas que lo llevaron a lograr determinado cargo, seguir estando todos los días cerca de su votante y del que no lo votó también porque su deber es generar un país mejor para todos los ciudadanos uruguayos.
Más rebuscado es cuando hablamos de estadistas, verdaderos expertos del Estado, de lo público, capaces de mediar entre diferentes actores, analizando cuestiones de corto plazo pero pensando en sus resultados a largo plazo, en ese sentido un claro ejemplo para nuestro departamento, el último fue el Esc. Eduardo Malaquina Ugolini.
Pero hablando de estadistas, hay una frase de un enorme estadista en la historia política internacional como lo fue Winston Churchill que se puede desmenuzar fácilmente y nos ayuda a pensar en quienes son los más indicados a recibir nuestro respaldo.
Dijo Churchill (primer ministro del Reino Unido entre 1940 y 194, y entre 1951 y 1955 en un segundo mandato ): “El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene, y de explicar después por qué no ha ocurrido”.
No parece demasiado difícil de entender.
Y tampoco es demasiado difícil entender porque el nivel de nuestros políticos, salvo excepciones claro está, ha bajado tanto.
Predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene dice un estadista reconocido por propios y extraños; pero si en nuestro país, en Salto, tenemos personas que entienden que son políticos por llegar a determinados cargos que no saben que harán al otro día, a la otra semana.
Y tal vez no porque no sean capaces sino porque viven por y para el voto de la siguiente elección, decorando eso con alguna que otra inauguración de nulo impacto social, de escaso aporte ciudadano, en definitiva, termina siendo también otra forma de enlazar votos para la otra elección.
¡Cuántos cambios debemos lograr en las próximas elecciones! En todos los partidos hay personas capaces que merecen la oportunidad.
Por lo pronto, eso de saber lo que va a pasar o lo de explicar porque pasa o porque no ha ocurrido nos trae varios ejemplos.
Del primero: asunto Fiscalía General de la Nación, el diputado Gustavo Zubía adelantó hace dos años y algunos meses lo que en definitiva está ocurriendo; para evitarlo presentó y sigue presentando proyectos de ley que quedan encajonados pero lo sabía, intentó detener los horrores que hoy ocurren pero pocos creyeron en él, ahora varios se lo reconocen pero ¿alcanzará?.
De lo segundo: ¿En quedó el petróleo encontrado en Pepe Núñez?, ¿Por qué solo generó gastos el proyecto Gas Sayago?, ¿Cómo se endeudó en 800 millones un monopolio como ANCAP?, ¿Por qué le llaman clientelismo si lo hace un adversario político pero al de sus compañeros les llaman ayuda social?, ¿De dónde surge el déficit histórico de la IDS? ¿Por qué aún con ese déficit sigue despilfarrando nuestros recursos?, no salieron, no saldrán a explicar lo inexplicable o mejor dicho a intentar maquillar la incapacidad de gobernar que tuvieron, que tienen.
Son ejemplos simplemente, algunos son políticos serios, otros son personas jugando a hacer política.
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