Por tus noches de horas largas
Por el Padre Martín Ponce De León
Nunca se habla de ello, parecería como que nunca te pasó en cambio…
¿Acaso pudiste dormir aquella noche en que Dios te eligió para madre de su hijo que habría de nacer? ¿Acaso pudiste dormir aquella noche en que Isabel, tu prima, te recibió como “la madre de mi Señor”? ¿Acaso pudiste dormir aquella noche en que José, tu prometido, ante tu inocultable embarazo se alejó de ti incómodo? ¿Acaso pudiste dormir aquella oscura noche de Belén donde entre las sombras de una gruta habías parido a “la Luz”? ¿Acaso pudiste dormir aquella noche luego de haber acompañado, al pie de la cruz, los últimos instantes de tu hijo? ¿Acaso pudiste dormir aquella noche en que tu hijo, pleno de resurrección, se apareció ante ti y sus amigos?
Sin duda que deben de haber sido muchas noches más, María.
En la oscuridad de la noche tus ojos se mantuvieron abiertos mientras tu corazón esbozaba mucho más que una oración. “He aquí la esclavita del Señor. Que se haga en mí según tu palabra”.
Debes de haberlo repetido en más de una oportunidad en aquellas horas de noches en vela. Tu cabeza debería girar alocadamente repasando palabras, momentos, situaciones, sentimientos y tu corazón conservaba la certeza de que no eras otra cosa que “la esclavita” de Dios. ¿Cuántas noches pasaron por tu vida en las que el vertiginoso misterio de Dios te mantuvo con los ojos encendidos?
Tú sabes, María, que, al imaginarte muy humana, al sentirte muy amiga, no puedo dejar de experimentarte viviendo situaciones muy nuestras. Prefiero sentir que en tu vida hubo noches en vela que sentirte tan “perfecta” que luego de momentos, tan fuertes como los mencionados, tú podías dormir tranquilamente.
Yo sé que estas no son cosas de las que se suelen mencionar al hablar de ti, pero prefiero sentir que debe haber sido así antes que sentirte alejada de lo nuestro. Por eso es que estoy convencido que en más de una oportunidad debes de haber permanecido en vela ante actitudes mías.
¿Cuántas veces, María has pasado despierta por mí? Tal vez han sido noches en las que yo dormía mientras tú velabas por mí.
Sin duda fueron tus noches en vela las que muchas veces, al despertarme, me permitían ver con claridad que valía la pena reiterar una renuncia, asumir con alegría una situación difícil, la necesidad de prestar un poco más de atención a los demás o lo necesario de escuchar con más atención todo lo que Dios pone a mi lado.
Han sido tus noches en vela las que, al despertar yo, me dieron el coraje para confiarme un poco más a Dios, me animaron a abandonarme más decididamente al misterio de Dios, me entusiasmaron para poner lo que soy al servicio de la voluntad del Padre.
Han sido tus noches en vela las que me ayudan a ver mis incoherencias y decidirme a seguir optando por la pobreza. Han sido tus noches en vela mientras yo………… y nunca lo había pensado y, mucho menos, tenido en cuenta.
Todo lo tuyo hace directa referencia a tu hijo y, así, a la voluntad del Padre Dios, por eso…
¡Como me gustaría prometerte que intentaré estar atento a lo cotidiano para saber vivir mejor en cristiano!
Sé que esa promesa te implicará muchas noches en vela más. Por tus noches en vela, por tus días de ojos cansados. Por tus mañanas de párpados pesados y actividad incesante. Por tus tardecitas de rostro agotado y mil detalles a atender.
Sí, por tus noches de horas largas…lo voy a intentar.