Por Armando Guglielmone.
De las más de 400 razas de perros registradas y reconocidas hay muy pocas, casi ninguna diría, que hayan sido creadas por el hombre mediante el cruce de otras razas para obtener una con un fenotipo y genotipo constante. La más conocida por esto es sin duda el Dobermann, que fue creada respondiendo a necesidades funcionales, su creador precisaba un perro de protección y apuntó los cruces realizados a obtener esto. La otra, unas décadas más adelante, fue el Dogo Argentino, su creador, Antonio Nores Martínez, precisaba también un perro funcional, aunque en esta situación abocado a la caza mayor.
La diferencia en esta selección es que fue realizada más metódicamente, anotando los cruces, los cachorros y los resultados a medida que estos se iban dando, para así dejar un registro claro sobre cómo se llegó a conformar la raza. Es que Nores Martínez aspiraba a tener un perro que tuviera reconocimiento internacional, que llegara a ser considerado el epítome para la caza de grandes presas, como el jabalí o el puma. Formó dos familias de perros, la Araucana y la guaraní, con la intención de probar su valía en climas fríos como el del sur argentino y el clima caluroso, como el de la selva Misionera. Y vaya si lo logró, el Dogo Argentino se transformó en un formidable perro de caza, carente de miedo y sobrado de arrojo, siendo reconocido a principios de los años sesenta en Argentina por la Federación Cinológica y en los años setenta a nivel internacional. Así de manera póstuma, Nores Martínez obtuvo lo que anhelaba, crear un perro de caza reconocido a nivel internacional como un fantástico perro para esa tarea.
Con el paso del tiempo se empezó a popularizar y a ver más frecuentemente, sobre todo en su país de origen, y con este aumento en su número de ejemplares empezaron a ocurrir los ataques provocados por los mismos. Es que esta raza de perro no es para cualquiera, son perros que requieren de dueños que sepan manejar perros de carácter fuerte y en caso de utilizarlos para la guardia y protección, tenerlos en un lugar que los contenga de manera efectiva para prevenir accidentes, fatales a veces, provocados al salir del recinto en el que estén. A veces veo algunos de estos encerrados en patios con un triste y débil tejido, ladrando agresivamente a todo lo que pasa, personas o animales, siendo esto un riesgo que no hay que correr, mucho menos habiendo niños cerca. Es un buen perro, es verdad, es bastante despierto, muy adiestrable, pero no es el perro que muchos criadores y entusiastas de la raza pretenden vender. No sirve para todo tipo de tarea, y los machos no deben ser nuestra primera opción si no estamos avezados en el manejo de perros tan fuertes. Los que he adiestrado no me han parecido para nada malos perros, al contrario, pero no sé si tendría uno.
Es muy personal esta valoración, pero me pasa que hay perros que los veo y me dan la apariencia de nobleza y confianza, y hay otros que no. Con el Dogo Argentino me pasa esto último, como con otros perros, pero es algo totalmente subjetivo, al que le guste, adelante, si toma en cuenta las consideraciones necesarias y elije el ejemplar adecuado, no lo defraudará.
Columnistas