Por Carlos Silva
Cada cambio de gobierno trae consigo una mochila. Siempre hay una herencia que administrar, a veces más liviana, otra más pesada. En Salto, lo que recibimos es de esas que cuesta levantar del piso. Una situación financiera delicada, con deudas que asfixian las posibilidades de acción, un desorden administrativo que retrasa cada paso, y una estructura que durante años fue usada más para fines partidarios, que para el bien común.
Sin embargo, gobernar no es quedarse mirando el pasado. Gobernar es actuar, decidir, priorizar y, sobre todo, asumir que desde el primer día la responsabilidad es nuestra. El pueblo Salteño nos confió su voto no para escuchar excusas, sino para que trabajemos, incluso cuando el terreno es desfavorable. Y eso es exactamente lo que vamos a hacer.
Es importante que la ciudadanía sepa que la magnitud de los problemas encontrados no es un invento, sino una realidad documentada. Son datos que hablan por sí solos: deudas millonarias con proveedores, servicios abandonados, infraestructura descuidada y áreas claves de la ciudad funcionando apenas con lo mínimo. Esta es la verdadera fotografía de lo que recibimos.
Ganar una elección es apenas el inicio. Lo verdaderamente desafiante es gobernar con equilibrio entre atender las urgencias y planificar el futuro. Significa destinar horas y horas de trabajo, coordinar equipos, buscar recursos donde no los hay, y dar la cara siempre que sea necesario. Por eso, todos los directores y responsables de áreas de esta administración han asumido el compromiso de trabajar con dedicación total, dejando de lado cualquier cálculo personal o electoral, porque la prioridad es una sola: Salto.
En este desafío, la figura de nuestro Intendente, Carlos Albisu, es central. Su compromiso con una buena gestión no es un eslogan de campaña, sino una práctica diaria. Desde el primer día, ha estado presente en cada decisión, acompañando a su equipo, escuchando a la gente y marcando con claridad que la transparencia, la eficiencia y el orden son pilares innegociables de esta administración. Conduce con cercanía y firmeza, convencido de que gobernar es servir y de que cada acción debe estar orientada a mejorar la vida de todos los salteños.
Existen ejemplos en la historia reciente de nuestro país, tanto a nivel nacional como departamental, donde gobiernos responsables supieron revertir crisis profundas. No fue de un día para el otro, pero con trabajo serio, transparencia y orden, se logró cambiar el rumbo. Ese es el camino que seguiremos. No con promesas vacías, sino con hechos que hablen más fuerte que cualquier discurso.
Nuestro desafío es grande, pero no imposible. La herencia que recibimos no nos paraliza, nos impulsa. Nos obliga a ser creativos, a buscar soluciones, a optimizar recursos y a tomar decisiones valientes. En tiempos difíciles, gobernar es mucho más que administrar, es liderar con convicción, con la mirada puesta en el futuro y los pies firmes en la realidad.
Por eso, aunque algunos intenten escribir un relato alternativo, nosotros vamos a escribir nuestra propia historia, basada en la verdad, el trabajo y los resultados. Salto merece un gobierno que asuma sus responsabilidades y que no se esconda detrás de excusas. Y eso es exactamente lo que esta administración está decidida a hacer.
