Por Leonardo Vinci.
En estos días de mayo recordamos hechos muy dolorosos.
El 18 de mayo de 1972 fueron asesinados cruelmente cuatro soldados que tenían a su cargo la custodia del Comandante del Ejército.
El movimiento tupamaro ya había ejecutado sin compasión a cuatro ciudadanos el mes anterior y con esta terrible acción, lejos de alimentar cualquier esperanza de incorporar para su causa a una parte de las Fuerzas Armadas, se ganaron un enemigo irreconciliable.
El tupamaro Samuel Blixen (que asesinó a sangre fría al ex Ministro Acosta y Lara desde una Iglesia), escribió que los cuatro soldados «murieron en un combate». Blixen, repitió la versión tradicional de la guerrilla y sostuvo que la famosa y dramática foto de los cuatro soldados fue preparada por los militares. ¿Qué importa la foto? ¿Qué importa si hubo o no un combate? Esas burdas excusas no cambian en absoluto la decisión de la guerrilla de atacar con gran poder de fuego el domicilio del Jefe militar.
Lo cierto es que el MLN atentó contra las Instituciones. Se creyeron dueños de la vida y la muerte y asesinaron a diestra y siniestra. Fueron terroristas y su accionar buscó inspirar el miedo y la incertidumbre en la población.
El periodista Leonardo Haberkorn que investigó lo ocurrido, dijo que los vecinos afirmaron que no hubo ningún enfrentamiento ese día.
Fue un asesinato.
El Coronel retirado Washington Bertrand vivía a media cuadra, y al escuchar los disparos bajó corriendo con su ropa de cama y un arma de fuego para intentar repeler el ataque.
Gerardo Ruiz vivía enfrente de la casa del Comandante del Ejército, estaba en el baño y se tiró al piso al oír la balacera, para salir a la calle luego.
Su padre vio pasar al vehículo del MLN y ametrallar el jeep.
La señora María Santo, vivía al lado y estaba en la vereda cuando la camioneta del MLN pasó por allí. Vió con sus propios ojos asomar los caños de las ametralladoras, y su casa recibió decenas de impactos de bala.
Uno de los protagonistas fue nombrado Director de la Biblioteca Nacional en el primer gobierno frenteamplista. El escritor Carlos Liscano fue el que llevó las armas para el atentado y dijo en un libro: «Había un milico en el balcón y le iban a dar, pero como el auto se demoró, llegaron casi una hora tarde. Y a esa hora los milicos estaban en el jeep tomando mate. El MLN tiene otra versión y desmiente que estuvieran tomando mate. Pero es cierto. Los milicos estaban tomando mate dentro del jeep. Entonces cuando llegaron y vieron esa situación dijeron ¿y ahora qué hacemos? Y el jefe del operativo dijo: dale. Y les dieron. Y el del balcón apenas tiró un tiro al aire. No hubo enfrentamiento. No hubo nada».
Todos sabemos o deberíamos saber lo que ocurrió luego.
El aparato armado subversivo fue aniquilado en pocas semanas
Tras el coqueteo de la izquierda y los tupamaros con los militares “peruanistas”, se hicieron realidad las proféticas palabras de Carlos Pellegrini en la Cámara de Diputados del vecino país en 1906: “El Ejército es un león que hay que tener enjaulado para soltarlo el día de la batalla. Y esa jaula, es la disciplina, y sus barrotes son las ordenanzas y los tribunales militares, y sus fieles guardianes son el honor y el deber. !Ay de una Nación que debilite esa jaula!, que desarticule esos barrotes, que haga retirar esos guardianes, pues ese día se habrá convertido esta institución, que es la garantía de las libertades del país y de la tranquilidad pública, en un verdadero peligro y una amenaza nacional.»
Fue entonces que hombres de la Institución armada “perdieron los puntos de referencia”.
Pero ese, es otro triste y penoso capítulo de nuestra historia.
Columnistas