Por Leonardo Vinci.
Si hay algo que une a las grandes mayorías uruguayas es la condena al terrorismo de estado.
El “Memorial” inaugurado hace dos años en las puertas del penal de Libertad debió tener esa finalidad.
Sin embargo, desde la soberbia con la que gobernó el Frente Amplio, se prefirió sostener un mentiroso relato.
Mintió descaradamente la Ministra de la época María Julia Muñoz al afirmar: “Aquí no hubo guerra, sino mujeres y hombres desarmados que fueron perseguidos con crueldad y prepotencia por luchar por sus ideas”.
No Doctora. No todos fueron presos por esa razón, sino por conspirar contra la democracia uruguaya desconociendo la voluntad soberana, por robar, secuestrar, asesinar y sembrar el terror.
No eran “hombres desarmados” los que protagonizaron la toma de Pando donde dejaron un reguero de muerte.
Mintió el Presidente de la organización Crysol, quien manifestó sin que le temblara la voz, que los presos en el recinto carcelario maragato estuvieron recluidos por luchar por la libertad y la democracia.
No podía plantearse tan desvergonzada patraña.
En las celdas del Penal de “Libertad”, también fueron recluídos los asesinos del peón rural Pascasio Báez y los que se alzaron contra las Instituciones democráticas desde principios de los 60 con el asalto al “Tiro Suizo”.
Mintió cuando afirmó que fueron condenados por tribunales militares sin garantías de ninguna clase, al amparo del Estado de Guerra interno que en 1972 transfirió las potestades propias del Poder Judicial a las Fuerzas Armadas, ya que buena parte de ellos resultaron procesados originalmente por la justicia ordinaria, bajo el imperio de la Constitución.
Recordemos que el Estado de guerra interno y la actuación de la Justicia militar se aprobaron por el parlamento pocas horas después que ametrallaran cobardemente, sin anuncio alguno, a los 4 soldados de la custodia del Comandante en Jefe del Ejército, dentro de un jeep, en la fría madrugada montevideana del 18 de mayo de 1972.
Mintió el ex Ministro Rossi al decir que “el memorial es un homenaje a los presos políticos que lucharon contra la dictadura”.
Como alguna vez reconoció el propio Mujica, la peor frustración de los tupamaros fue que cuando se instauró la dictadura en Uruguay ellos no pudieron combatirla porque estaban presos.
Mintió la “Prensa compañera” al afirmar que era un homenaje para quienes vieron violentados sus derechos por luchar por la libertad y la democracia.
En realidad, buena parte de los que perdieron su libertad fueron los que atacaron a la democracia uruguaya sembrando sangre, luto, dolor y terror, y los que dejaron en las calles del país más de sesenta muertos, entre ellos a un inocente ciudadano chofer de ómnibus de Cutcsa, Vicente Oroza, ejecutado sin piedad. Y también estuvieron presos los que mantuvieron en condiciones infrahumanas por largos meses a varias personas secuestradas en la “cárcel del pueblo”.
En su momento resultó muy clara la información de la Presidencia de la República: “El espacio homenajea a los miles de ciudadanos que fueron recluidos en el Penal de Libertad durante la dictadura…”
Si las durísimas condiciones de prisión fueron motivo para erigir este recordatorio, corresponde preguntar por qué razón, durante los gobiernos del Frente Amplio tres de cada diez personas presas en Uruguay vivieron en condiciones de trato cruel, inhumano o degradante según el informe del Comisionado Parlamentario para el Sistema Penitenciario.
Entre 2006 y 2017, hubo en total 475 fallecimientos en cárceles, o sea, un promedio de alrededor de 40 personas privadas de libertad fallecidas al año.
¿Acaso nadie llora la muerte de esos presos?
El Memorial en las puertas del Penal de Libertad es una afrenta a la verdad, tiene otra finalidad espúrea, y es cambiar la verdadera historia, es un homenaje que incluye a los asesinos, no a los asesinados.
Mientras tanto, los que verdaderamente murieron por defender la democracia uruguaya esperan el reconocimiento de la República.
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