jueves 28 de marzo, 2024
  • 8 am

Pies doloridos

César Suárez
Por

César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
Un cuerpo normal está constituido por una combinación de órganos que funcionan en forma armónica y coordinada debidamente conectados unos con los otros a través de diversos sistemas que se extienden por todo el organismo tales como el sistema óseo, el sistema circulatorio arterial, venoso y linfático, el sistema nervioso que conecta a todo el organismo como una unidad inseparable, el sistema inmune representado en todos los órganos, numerosas estructuras glandulares, todo envuelto exteriormente por estructuras cutáneas que constituyen una barrera de protección ante las noxas externas e interiormente, en los órganos huecos, protegidos por estructuras mucosas. Cada órgano es imprescindible y la alteración de cualquiera de ellos repercutirá necesariamente en el resto del organismo.
Los humanos somos seres bípedos, nos apoyamos y nos movilizamos sobre nuestros pies que resultan estructuras anatómicas fundamentales para nuestra vida cotidiana y su funcionamiento armónico es esencial para una vida plena.
Cada pie está constituido por veintiséis huesos, treinta y tres articulaciones y más de cien músculos, ligamentos y tendones, armónicamente conectados entre sí, abundantemente irrigados por el sistema circulatorio, ampliamente inervados con nervios motores, sensitivos y del sistema nervioso autónomo, densamente cubiertos por glándulas, sobre todo sudoríparas y todo debidamente envuelto por estructuras cutáneas con densidad variable.
El pie sano casi pasa desapercibido y cada uno los usa libremente desde el inicio hasta el fin del día para permanecer apoyado, para trasladarse, para soportar el peso de todo el cuerpo y soportar cargas extras que cada uno deba o quiera transportar e incluso abusar de ellos en actividades recreativas y en deportes exigentes.
La deambulación es una función necesaria para el resto del organismo incidiendo en forma muy importante sobre el sistema circulatorio, en las plantas de los pies existe una suerte de colchón venoso llamado almohadilla plantar de Lejars denominada también, corazón periférico dado que cada vez que damos un paso se comprime firmemente esta almohadilla venosa por el peso del cuerpo lo que ayuda en forma eficiente el ascenso de la sangre contenida en el pie aliviando el trabajo cardíaco, función que queda inactivada en personas que deben permanecer en reposo.
La planta de los pies en condiciones de normalidad soporta sin dificultades todo el peso corporal porque están estructuralmente adaptadas a esa función siempre y cuando se pise correctamente.
Cada pie tiene tres puntos de apoyo formados por plantillas cutáneas estructuradas para soportar peso, una en el talón y dos en la parte anterior de la planta del pie formando un triangulo entre ellas, cuando la estructura del pie se altera por alguna razón el peso corporal cae fuera de esos puntos haciendo que se pise con un área no adaptada para pisar generándose severos problemas traumático con formación de callos dolorosos que dificultan en forma progresiva la deambulación.
El pie a nivel plantar forma un par de arcos, uno lateral interno y otro sobre el tercio anterior dándoles elasticidad funcional. Cuando estos arcos se aplanan y se pierden las curvaturas se genera el llamado pie plano que lleva a pisar mal y a modificar los puntos de apoyo generando las alteraciones ya relatadas, sobre todo con la formación de callos.
Corregir la deformidades de los pies resulta muy difícil y habitualmente se usan prótesis llamadas plantares para intentar llevar el esqueleto del pie hacia la normalidad y recuperar los puntos de apoyo normales pero tienen que ser de uso permanente.
En ocasiones las alteraciones esqueléticas de los pies son de origen congénito pero la mayoría de las alteraciones están vinculadas al uso prolongado de calzados que no se adaptan a la anatomía del pie.
Esto sucede frecuentemente con el calzado femenino que son diseñados pensando en la mejor estética posible, demasiado estrechos en su extremo anterior y que poco se parecen a la anatomía normal del pie, agravado por el uso de tacos altos. Todo esto, en el correr del tiempo tiene consecuencia con la deformación progresiva del esqueleto del pie con alteraciones irreversibles o muy difíciles de corregir, con la formación de los llamados juanetes, callos, ulceraciones todo lo que resulta muy doloroso y limitante para la deambulación normal.
Comparativamente, a la misma edad, los varones suelen tener mejor conservada la estructura del pie mientras que las señoras mayores suelen pagar tributo a la elegancia en el curso de la juventud.