viernes 19 de abril, 2024
  • 8 am

Sobreviviendo

César Suárez
Por

César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
Son incontables las formas de vida que existen sobre nuestro planeta desde elementales microrganismos unicelulares o más elementales aún, hasta complejas criaturas tales como somos los seres humanos, interactuando todos, interrelacionados, complementándose y compitiendo por el mismo hábitat, cada especie adaptándose a su circunstancia e intentando sobrevivir ante cualquier adversidad.
Mucho se ha teorizado acerca del origen de la vida y se ha estudiado en diferentes medios las posibles condiciones, casuales o fortuitas que llevaron a una mágica circunstancia donde se combinaron misteriosamente, moléculas inertes para dar origen a la primera célula viva e innumerables experimentos han terminado siempre por fracasar, hasta donde se conoce, en el intento de generar vida desde la nada, para terminar de nuevo, en cada intento, pensando en la existencia en el universo de una misteriosa inteligencia superior vedada a los alcances del razonamiento humano.
Pero más allá del misterio, la experiencia ha demostrado que la biodiversidad es imprescindible y hasta la especie más detestada por la humanidad termina por tener su razón de ser en el equilibrio ecológico del todo sistema.
Cada especie pone en juego en forma permanente sus propios mecanismos de sobrevivencia en forma instintiva a lo que el ser humano agrega su inteligencia que no siempre transita por caminos racionales.
En esa lucha por sobrevivir, cada una de las especies busca su hábitat y como cada una depende de otra, su accionar resulta depredador para lo que quede a su alcance.
Los seres humanos somos los más peligrosos de todos porque a nuestros instintos naturales por sobrevivir, agregamos la inteligencia para generar herramientas de destrucción de lo que sea, del hábitat natural, de otras especies y entre nosotros mismos.
Los microorganismos también ponen en juego sus mecanismos de conservación y supervivencia y suelen habitar en otros organismos vivos, incluidos nuestros propios organismos generando enfermedades infecciosas que nos han acompañado desde que el ser humano existe.
A través del tiempo, el organismo humano se ha ido adaptando y ha ido generando mecanismos naturales de defensa a través del sistema inmunológico para poner una barrera, pero los microorganismos también se adaptan, sobreviviendo los más resistentes que luego se multiplicarán con agresión progresiva generando las temidas enfermedades infecciosas que tienen la particularidad de trasmitirse de una persona a otra a través de diferentes vías.
La inteligencia humana ha estudiado y conocido los mecanismos de acción de los microorganismos y generó los medicamentos antibióticos pero el instinto bacteriano generó los mecanismos de resistencia progresiva haciendo inútiles, medicinas hasta no hace tanto tiempo, infalibles.
La supervivencia de los más aptos no es ningún cuento y quien sobrevive suele trasmitirle se capacidad de resistir a sus descendentes, habiéndose generado a través de la historia una suerte de selección natural que sólo deja sobrevivir al más apto
Las infecciones son y han sido a través de la historia un azote permanente para toda la humanidad, desde enfermedades individuales, grupales, colectiva y epidémicas han hecho estragos enfermando en diferente escala de gravedad a las personas de acuerdo a la agresividad de los vectores infectantes y la capacidad inmunológica de cada individuo.
La medicina progresa y diseña estrategias para neutralizar enfermedades infeccionas y las de otra naturaleza, nuevas drogas y sofisticados procedimientos van apareciendo a su turno, pero a pesar de todo los microrganismos no se rinden, siguen dando batalla y cada tanto nos recuerdan que seguimos siendo vulnerables y en cada oportunidad que terminan por acorralarnos, volvemos de nuevo a los mismos que recursos de siempre, inmunizar y prevenir, ponerse resguardo y al igual que siempre, las circunstancias terminan por recordarnos que los métodos de barrera siguen siendo la clave, tapaboca para las infecciones respiratorias, preservativos para las infecciones de trasmisión sexual, higiene minuciosa de las manos, mantener cierta distancia, planificar la prevención, siempre todo antes de que suceda, después que se instala la enfermedad, cualquiera que sea, todo se vuelve mucho más difícil.
Sobrevivir no es sencillo, sobre todo, con tantos egoístas sueltos que no pueden o no quieren comprender de la imperiosa necesidad de ponerse a reguardo, no sólo para no enfermar sino para no transformarse en un vector de trasmisión para los demás que andan cerca.