viernes 26 de abril, 2024
  • 8 am

Los recovecos del idioma

César Suárez
Por

César Suárez

202 opiniones

Por el Dr. César Suárez
Un idioma es un recurso de comunicación entre las personas, lamentablemente, no existe ningún idioma universal por medio del cual todos nos podamos comunicar.
Si bien se reconocen una decena de idiomas importantes, que identifican a más del noventa por ciento de la población mundial, existe una enormidad de lenguas que se hablan en algún rincón del mundo, algunas en camino de extinción como consecuencia de la globalización que ha atacado al mundo y otras que gozan de muy buen a salud.
El idioma que más gente usa, es el mandarín que hablan los chinos, el más universal es el inglés, que domina al mundo científico, el español es hablado por cientos de millones de personas, siendo también importantes el portugués, el francés, el italiano, el árabe, el alemán, el japonés, el griego y luego una profusión interminable de lenguas que hacen difícil un entendimiento oral.
Según el Antiguo Testamento (Gén. 11,1-9), antes los hombres se entendían todos en el mismo idioma, pero los descendientes de Noé (el del arca), quisieron construir una torre en la llanura de Shinar, en Babilonia, al margen de río Eufrates.
Los constructores querían que su torre de Babel alcanzara el cielo; su soberbia, sin embargo, causó la ira de Jehová, quien interrumpió la construcción confundiéndoles las lenguas. Después los dispersó por toda la faz de la tierra al hacer que hablaran diferentes idiomas.
Ahora, en cada idioma, no hay prácticamente cosa que no tenga nombre y resulta casi imposible, hasta al más culto de los hombres poder conocer todas la palabras que existen, aunque más no sea de uno solo de todos los idiomas que existen.
Como nuestro idioma es el castellano y creemos conocerlo bien, sin duda que nos sorprenderemos con cientos o miles de palabras de las que no teníamos ni la más remota idea de que existían y de las que aparecen sus significados en los crucigramas y no hay genio que las pueda desentrañar.
Por ejemplo, si usted se pone a regar y el agua desborda el surco, seguro que no tenía ni idea que lo que tiene es un acholole. Si usted tiene un abarrajo, no tiene un bicho, si no que se tropezó y se cayó.
Cuando usted lee la palabra aboyado, pensará que lo escribió alguien que se abolló en un choque, sin embargo, no se trata de eso sino de una finca que se arrendó con bueyes para labrarla.
Si a alguien le dice que va a hacer un actito, no crea que va a reunir unas pocas personas y decir un discurso, sino que va a hacer un trámite, va a actitar algo en una oficina.
Cuando escucho que un tipo es acucioso, se me ocurre que un alcahuete, y esta vez no me equivoco demasiado porque se trata de un individuo diligente y solícito.
Afrailar. Yo diría que sería transformar a alguien en fraile, pero no, es cortar las ramas a un árbol, junto a las cruces. ¿Y afufar, que se le ocurre que es?, salir rajando, tomarse el buque, huir.
Agrión. Parecería que se trata de un tipo escasamente amable, más bien antipático, en fin, un amargo. Pero aquí sí que me equivoqué feo. Se trata de una tumefacción dolorosa que suelen padecer las caballerías en la punta del corvejón. ¿Del corve qué? Bueno, no sé, busque en el diccionario.
Si alguien le promete que le va a regalar un aguilón, no construya un gallinero porque se va a clavar, construya más bien un corral o consígase una soga, porque se trata de un caballo de paso duro.
Si alguien le anuncia que lo va a ajonjear, quédese tranquilo, o no, depende, porque significa que lo va a acariciar o mimar.
Si usted anda necesitando un alarife, yo conozco uno que le va hacer precio, es medio lento, pero muy prolijo y el trabajo es garantido, seguro que no que no se va a arrepentir.
Señora, si usted manchas en la cara, tengo un albarino de buena calidad y a muy bajo precio y si llama ahora, le doy otro de regalo.
Si alguien lo invita a comer alcuco, no se asuste, es un locro de trigo con azafrán.
Si ve un cartel en un negocio que dice alfayate, entre tranquilo, se trata de un sastre.
Cuando un médico le diga que usted tiene un alifafe, no es necesario que arme el testamento, es apenas un achaque leve.
Bueno, esto es todo por hoy y eso que no salí de a.
Hay que seguir estudiando los recovecos de la Real Academia Española, la lengua está viva y los pueblos siguen inventando palabras.