viernes 22 de noviembre, 2024
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Guayabos

Leonardo Vinci
Por

Leonardo Vinci

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Por Leonardo Vinci.
Dijo el Dr. Sanguinetti sobre Guayabos que cuando «… Buenos Aires decide definitivamente aplastar la revolución artiguista, cruzan el río, con esa determinación, Alvear y Dorrego. Este último dice que «tendrá el mayor gusto de contribuir a la destrucción de Artigas», pero el 10 de enero, como escribió Luis Alberto de Herrera, «en ese día memorable, el bravo coronel Fructuoso Rivera, sableó a sus milicias, y también, a su arrogancia».
Corría 1815, Artigas había establecido su cuartel general en Arerunguá y Dorrego había recibido órdenes de presentar batalla al ejército artiguista donde le encontrara.
Ha escrito Reyes Abadie que «En persecución de este objetivo, otra vez la caballería porteña remontó el territorio oriental y marchó hasta las caídas del Arerunguá, a media legua del paso de Guayabos… Allí se produjo entonces el encuentro con las fuerzas orientales, que al mando de Rivera derrotaron y dispersaron las tropas de Dorrego, persiguiéndolo.»
Escribiría el Jefe vencido «Era tal el pavor que se había apoderado de la tropa que de la algazara, sólo el enemigo disparaba. Yo mismo he visto cerca de sesenta hombres corridos por sólo cinco, quienes los acuchillaban sin que siquiera se defendieran…»
Según Barbagelata «Las consecuencias de Guayabos fueron importantísimas: llevó al apogeo el poder y la influencia de Artigas; provocó la caída de Alvear, y echó las bases de nuestra independencia. Los que se lamentan de no encontrar en nuestro pasado tradiciones genuinamente nacionales, son injustos, porque las tenemos en el grito de gloria de Guayabos, Sarandí, Rincón e Ituzaingó, que fueron el coronamiento del edificio, cuyos cimientos se establecieron en los campos que acaricia el Arerunguá».
Dice también el historiador que en los últimos años se ha querido quitar a Rivera el honor de haber dirigido esta batalla. En las notas de Artigas, relacionadas con este hecho aparece siempre Rivera dirigiendo las fuerzas que pelearon en Guayabos. Rufino Bauzá (cuyo hijo ha discutido el mando de Don Frutos) no podía ser jefe de división en esa época, ya que tres años después, en el año 1817 durante la invasión portuguesa, comandaba un Batallón de Libertos, que constituía una de las unidades del ejército de la derecha, del cual era Comandante General don Fructuoso Rivera. No es presumible que con el prestigio de una victoria tan importante como Guayabos, quedara reducido a ser jefe de batallón, bajo las órdenes de quien tres años antes había sido su subalterno. Bauzá no tenía todavía veintitrés años; era un oficial meritorio por su bravura, por su instrucción y por su honradez, pero que no se había distinguido aún por ninguna acción extraordinaria, de esas que hacen confiar a un joven los destinos de un pueblo, prescindiendo de la experiencia y de la madurez que producen los años.
El mentís más rotundo a la mezquina versión que pretende minimizar la victoria de Rivera es el testimonio del testigo más conocedor de la epopeya de Artigas: Larrañaga, quien en su diario de Montevideo a Paysandú lo cita «… En este estado y prontos ya para marchar observamos que llegaba al pueblo, en tres columnas, la división que forma la derecha de la vanguardia del ejército oriental al mando del señor don Fructuoso Rivera, y que este dirigiéndose al puerto en una canoa pequeña, y puesto de pie dentro de ella, en compañía de un oficial venía hacia nosotros. Yo deseaba mucho conocer a este joven por su valor y buen comportamiento. Él fue quien derrotó a las fuerzas de Buenos Aires mandadas por Dorrego…»