viernes 26 de abril, 2024
  • 8 am

La sobrina

Padre Martín Ponce de León
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Padre Martín Ponce de León

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Por el Padre Martín Ponce De León
No tengo mucha idea de cómo surgió el tema.
Lo real es que ha sido un tema que se ha prolongado durante mucho tiempo y surge en cada almuerzo compartido.
Es un tema que involucra a todos por más que, la mayoría, ni idea tiene de quien se habla.
Todo comenzó como un comentario fugaz y la reacción molesta del involucrado y ello se fue prolongando durante muchos días.
Es un tema que ya ha de poseer más de dos meses en las comidas de cada semana.
En uno de esos cuentos plenos de imaginación que suele hacer, y que mucho no se le presta atención, mencionó la existencia de «la sobrina»
Desde esa oportunidad «la sobrina» se ha ido convirtiendo en algo así como un mito y razón de muchas conversaciones.
No importa si se le ha visto en alguna oportunidad. Lo único que importa es que ella se ha convertido en «la sobrina» y está todo dicho.
Supongo que si la verdadera sobrina se enterase de que es motivo de tantas conversaciones esbozaría una sonrisa y nada más. Pero, para él, es motivo de una creciente incomodidad y debe defenderse.
Al comienzo decía que había dejado, dentro de la casa y bajo llave, a «la sobrina» y con orgullo mostraba una llave que cuelga de uno de sus bolsillos.
Cuando le dijeron que ella podía salir por las ventanas no dudó en afirmar que había hecho poner rejas en todas las ventanas.
Tiempo después, su casa poseía dos cámaras de seguridad. Una en el frente y la otra en el fondo. Con ellas podía saber quién se acercaba a su casa y al que lo hiciese se las tendría que ver con su furia.
Hoy, un servicio de la policía hace custodia, todo el día, en su casa para impedir que alguien se llegue hasta el lugar donde se encuentra «la sobrina»
La llave, las rejas, las cámaras y, mucho más, la custodia policial, son realidades que no pasan de estar en su imaginación.
Todos saben tal cosa y la aprovechan para molestarle un poco más.
En una oportunidad manifestó que si se entraba por el fondo se debía atravesar una piscina de siete metros de profundidad y que ocupa todo el fondo de su casa y que se levanta sobre una alfombra para que no esté tocando el pasto.
Todos ya le conocen y saben pueden continuar con la broma hasta que, como último recurso, se pone tenso y enronquece su voz. Ello es un indicador de que necesario se hace cambiar de tema.
Hoy, como en cada almuerzo, surgió el tema y, entonces, le dije que ya que durante tanto tiempo hablábamos de ella iba a pasar por la casa a invitarla a que compartiera un almuerzo con nosotros.
En el primer momento se rió y dijo «Pero se sienta a mi lado»
Cuando el resto comenzó a alentar la idea de la invitación, su rostro se transformó para asegurar que él no le dejaría venir.
Por un lado uno experimenta una sensación de compasión con ese pobre hombre que, en cada almuerzo, debe sufrir la conversación ya que en su imaginación toma en serio todo lo que se dice y ello le desacomoda.
Por otro lado uno se presta al juego sabiendo que todo se limita a ello, el único interés es el de pasar un rato entretenido entre todos menos para él.
Evidentemente no es el único tema del que se habla pero es el tema recurrente desde un muy buen tiempo.
El hecho de tener este tema ha hecho que él se sintiese importante ya que es centro de la mayoría de las conversaciones y tal cosa le agrada puesto que le hace sentir importante. También ha servido para que se hable de tal tema y nadie se esté lamentando o quejando por alguna situación.
Creo que «la sobrina» ha aparecido como un motivo de sonrisas y ello es más que positivo en gente que siempre encuentra razones para vivir el día a día sin muchos motivos para sonreír.