viernes 29 de marzo, 2024
  • 8 am

“Una vara de almendro” (11)

Pablo Galimberti
Por

Pablo Galimberti

11 opiniones

Mons. Pablo Galimberti
Tablas de mi navío
“Indicaciones de un navegante”. Un aventurero del mar -Julio Garet Mas- escribió:“Un día tal vez alguien halle entre los corales restos de tu navío, y han de hablarle sus tablas de tu sueño tenaz”. Estas palabras-como mensaje arrojado al mar- ensancharon mi memoria y rescaté algunas “tablas” de mi propio navío.
La partida de la nave llega con estampido de trompetas y conmoción de pañuelos. Alguna lágrima, un lento alejamiento del muelle y rostros queriendo detener el tiempo.
Siguen las habituales rutinas para una navegación siempre amenazada por imprevistos, con las observaciones indispensables: pronóstico del tiempo, mapa con islas a sortear y atención a eventuales navegantes que podrían interferir la ruta.
Profundidad y vientos reinantes en la zona desafían y pueden causar pérdidas de estabilidad aun al más baqueano.
El mar tiene sus códigos: boyas que anuncian afloramientos rocosos y el timón manejado con arte y experiencia que debe navegar por canales rigurosos. Las horas de navegación en el puente de mando fatigan cuando el pronóstico del tiempo no augura tranquilidad.
Lamentablemente las maniobras apenas esbozadas tienen un brusco desenlace:“Llega una ola alta y traicionera, como un techo que cae porque le retiran de golpe sus cuatro columnas y te hunde en el agua”. “El último acto lo representa un cuerpo flotando.”
Leonardo Garet sugiere una clave interpretativa: “Mirá que nuestro destino no es muy distinto… Cambian apenas algunos carteles.”
La necesidad de navegar cumpliendo una misión en época de conflictos con submarinos al acecho no es cuento. Mi padre, marino militar, contaba las peripecias vividas en 1942, navegando en el “Colonia”, para traer insumos imprescindibles de Estados Unidos para el país. Como antecedente, un buque uruguayo había sido torpedeado.
El militar romano Pompeyo que debía llevar víveres desde Sicilia a Roma en medio de una feroz tempestad, respondió a sus soldados temerosos: “Navigare necesse, vivere non necesse”. “Navegar es necesario, vivir no”. Primero está la misión; salvar el pellejo después.
Al aproximarse el tercer milenio Juan Pablo II dirigió un desafiante mensaje. Eligió palabras de Jesús a Pedro, pescador de Galilea, después de una pesca frustrada y las redes vacías:“¡Navega mar adentro!”. ¿Qué sucedió?“Lo hicieron y capturaron tal cantidad de peces que reventaban las redes.”(Lucas cap. 5).
Viktor Frankl, psiquiatra, en el campo de concentración alentaba a sus compañeros: “algo nos espera”. Era doloroso para quienes habían perdido seres queridos. Su lema era: “conoce el para qué de tu vida y podrás soportar cualquier cómo”.
Estos testimonios invitan a reaccionar ante adversidades que nos sobrevienen. Julio Garet Mas, inspirador del capítulo que comento, escribió: “Un día tal vez alguien halle entre los corales restos de tu navío, y han de hablarle sus tablas de tu sueño tenaz”. Alentador empuje para vencer conformismos, los “no se puede”, narcisismos o encierros en imaginarios laberintos alimentados por la pandemia.
Peligros siempre habrá. A todos nos llegan días en que tenemos que echar las redes cargadas de sueños. Con vientos adversos, tocando la meta con el corazón y los ojos de la fe. Apropiándome palabras de Julio Garet Mas suplico, a quien un día encuentre “tablas” de mi navío, que no las deposite en el museo de las momias.: “Han de hablarle sus tablas de tu sueño tenaz”.