viernes 19 de abril, 2024
  • 8 am

Pobrecito cocodrilo

César Suárez
Por

César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
Los acontecimientos cotidianos no siempre se ajustan a satisfacción de todo el mundo porque los vericuetos de los sucesos toman por senderos aleatorios que suelen esquivar con eficacia las expectativas esperadas para terminar sucediendo cualquier cosa que suele no compadecerse con mucho de lo planificado y al suceder hechos imprevistos, nos obliga a cambiar de ruta, recalculando para reacomodar el rumbo.
En ocasiones, los resultados malos o imprevistos, surgen al no tener la capacidad de interpretar la realidad en la que estamos inmersos y otras, los acontecimientos son tan inesperados que nos alteran cualquier plan.
Esto último nos está sucediendo justamente ahora con la pandemia covid-19, lo que nos obliga a repensar todo con inteligencia, tratando de no omitir ningún detalle para poder recomponer el rumbo que hemos perdido.
Aquí mismo, en Salto, estamos viviendo una realidad de una gravedad inconmensurable que ni los más pesimistas podían augurar.
Yo sé que los números suelen entreverar a cualquiera, sobre todo cuando se juntan muchas cifras, pero entiendo que es necesario hacer un esfuerzo para comprender la dimensión del drama que vivimos.
Cada día vemos con asombro los informes diarios que detallan el número de nuevos casos en nuestro departamento, muy frecuentemente superan los doscientos y trescientos casos diarios y esto nos obliga inevitablemente a comparar datos.
Salto tiene alrededor de ciento treinta mil habitantes, y en el día de ayer se detectaron 358 casos nuevos, un infectado nuevo para el día de ayer cada 363 habitantes.
Si en vez de tener 130.000 habitantes, tuviéramos como Brasil 210 millones de habitantes, manteniendo la proporción, hubiésemos tenido 583 mil casosde nuevos infectados para el día de ayer.
Hace 2 días, Salto tuvo 8 fallecidos por covid-19, (alrededor de 6 fallecidos cada cien mil habitantes) si hacemos la misma relación con la población de Brasil, correspondería a más de 13 mil fallecidos en un día.
Y nosotros nos seguimos asombrando y compadeciendo a Brasil cuando tienen 100 mil infectados y 4 mil fallecidos en un día.
Pero nuestra gente no toma real dimensión de este drama en el que estamos inmersos y uno sigue viendo a los medios de comunicación compadeciéndose de Brasil y Argentina sin percibir la extrema gravedad de la situación que nos afecta y transitamos alegremente como si nada sucediera y hasta compadeciéndose de los demás.
Todo esto me hace recordar un cuento de la selva cuando el león como gran jefe de los animales reunió a toda la tribu para comunicar los nuevos planes de convivencia.
Cada vez que el león anunciaba una nueva medida, el sapo, con voz entre ronca y chillona, gritaba bravo, bravo, bravo, bravo, hasta que llegó un memento que hartó al león, quien improvisó una medida que no la tenía en el discurso original y entonces dijo, “nos comeremos primero a los animales de boca muy grande”, momento en que le sapo achicó todo lo que pudo la boca y murmulló “pobrecito el cocodrilo”.
Hasta cuando seguiremos achicando la boca diciendo, pobrecita Brasil, pobrecita Argentina, pobrecita la India, sin percibir que el drama que estamos viviendo está muy por muy encima de cualquiera y los pobrecitos somos nosotros y seguiremos siendo cada vez más pobrecitos si no tomamos conciencia de la verdadera dimensión de esta crisis sanitaria que nos da el triste privilegio de ser los peores de la clase, mientras nos compadecemos de la ineficiencia de otros.
La epidemia es como el león del cuento y nos seguirá devorando por más que achiquemos la boca y no tomamos conciencia real de la gravedad en la que estamos inmersos.