La violencia ejercida sobre niños y adolescentes tiene consecuencias biológicas, emocionales y repercute a lo largo de su vida, en el establecimiento de nuevos vínculos. Según los últimos datos estadísticos del Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia contra la Violencia (Sipiav), en 2020 se registraron 4.911 situaciones de violencia hacia niños y adolescentes de todo el país, lo que implica un promedio de 13 situaciones por día, y 38% de los niños víctimas de estas situaciones tenían entre 6 y 12 años. De los casos registrados, el 91% era violencia ejercida dentro del núcleo familiar.
PANDEMIA AGARAVÓ SITUACIONES
La pandemia de covid-19 trajo muchos cambios en todos los ámbitos de la vida, entre los que se encuentran los cambios de los hábitos familiares. La tensión dada por la inseguridad laboral en algunos casos, el teletrabajo y las tareas educativas en el hogar, ha planteado un escenario de sobrecarga en los adultos con el consecuente cansancio y estrés. A su vez, la no concurrencia a los centros educativos ha perjudicado a los niños en sus procesos de socialización, por no encontrarse las instancias de juego compartido con pares, y en su aprendizaje. A su vez, la comunidad educativa es protectora contra la violencia ejercida en niños; los educadores son personas ajenas al hogar que conocen a los niños y están capacitados para detectar cambios que puedan implicar alguna sospecha de maltrato. Recientes estudios realizados en relación a las implicancias de los cambios en los hábitos de las familias en pandemia, señalan que el 90% de las familias reconocen un aumento de la violencia ejercida hacia los niños, en forma de gritos, violencia emocional, y castigos físicos.
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