jueves 21 de noviembre, 2024
  • 8 am

El amor: de la media naranja y otras frutas

Alexandra Ledesma
Lic. En Sociología y
Ed. Sexual
Como febrero podría identificarse como el mes del amor, no estaría mal dedicarle una columna a intentar definirlo, si es que podemos hacerlo en tan pocos caracteres.
En una primera columna les hable de “sexualidades”, bueno, en este caso me gustaría que sientan y piensen el amor también desde la pluralidad, ya que considero que no hay una única forma de amar.
Para comenzar quiero hacer referencia a lo que plantea acerca de ello Andrés Flores Colombino, reconocido sexólogo uruguayo, el mismo asegura que no existe el amor sino se encuentran los siguientes componentes, estos son, amistad, admiración mutua, atracción, experiencia de su sexualidad adulta, todo ello junto a un proyecto común de la pareja.
Podría analizar cada una de las palabras de esa definición, claro está que cuando hablo de amores no es solo el amor romántico o maduro de pareja, reviste de diversos significados y formas, pero voy a quedarme en principio con esta visión.
Hablo de una madurez en el amor cuando la base son los componentes antes nombrados, más allá de lo netamente físico (componente fundamental en la etapa de enamoramiento), influye la afectividad y por supuesto un proyecto de vida en común. ¿Se identifican en esta forma de amar?
Definir un concepto tan enorme como diverso no es tarea fácil, en un repaso por otras perspectivas, otro ejemplo es lo que plantea el filósofo argentino Darío Sztajnszrajber, en una de sus charlas llamada Deconstrucciones: el amor, el poder y la muerte (2021), donde propone que el amor también puede ser eso que jamás se alcanza, es eso que se anhela pero que no es más que la proyección en otro de lo que buscamos de ese otro, de lo que necesito de ese otro. Si se vuelve complejo de entender imaginen de vivirlo. Haciendo alusión esto a la idea de la “otra mitad” y ya de paso desterrándola.
Y si, puede sonar un tanto alejado del romanticismo, pero es una forma de tantas de concebir el amor.
Esta idea de la otra mitad la igualo con algunas personas que hasta me animo a diagnosticarlas con el síndrome del puzle incompleto, donde la pareja viene a cumplir la función de esas piezas que faltan, déjenme decirles, esto no lleva a buen puerto.
En algo que también coincido con Sztajnszrajber, es que el amor por muchos momentos es inconveniente, además de involuntario, y que jamás aplica la meritocracia, y les juro que es lo mejor que escuche. ¿Qué significa que no aplica la meritocracia?, que no nos enamoramos porque hizo bien las cosas (más de uno se sonríe en este momento), muchas veces todo lo contrario.
Continuando en la línea de su pensamiento (Sztajnszrajber, 2021),traza la idea de que solemos enamorarnos de alguien parecido a nosotros, si es así, somos siempre nosotros mismos, no hay dos mitades que unir, solo que esa otra mitad se la cedemos al otro, donde proyectamos nuestras necesidades. Parafraseando al filósofo, todo conduce a que el otro sea anulado. Termina siendo un amor con uno mismo que usa al otro para su necesidad. De ahí que el único amor verdadero sea el amor imposible, el platónico.
Todo esto es complejo, lo sé, lo sabemos, pero bueno, hablamos de amor ¿no?
Otra de las famosas premisas acerca del amor que quería traerles, algo que escuche del propio Flores Colombino, este dijo una vez, el amor no es ciego, es tuerto, vemos solo eso que idealizamos del otro, dejando de lado los defectos de esa persona, solo cuando logramos identificar ambas cosas y aun así continuar con la relación, superando esta primera etapa de idealización, es cuando alcanzamos el amor maduro.
Es evidente que el tema no termina acá, es un tema fascinante y profundo, es el amor y sus mil caras, en sus distintas facetas, en sus diferentes formas, dejando de lado la falacia del amor como la media naranja, el amor es eso que nos complementa no que viene a rellenar nuestros vacíos ni cumplir con los requisitos que muchas veces pretendemos desempeñen las parejas. El amor es libre, comunicativo, construido y sostenido. Termino por acá con Eric Fromm, “en el amor se realiza la paradoja de que dos se hagan uno, y no obstante, sigan siendo dos”.