Por Leonardo Vinci.
Decía Juan Zorrilla de San Martín en una carta confidencial destinada al Ministro de Relaciones Exteriores en 1907- a propósito del Decreto del Poder Ejecutivo por el que se le encomendaba elaborar una Memoria sobre la personalidad del General José Gervasio Artigas- que «El signo escrito, así fuere el más expresivo, nunca lo es tanto como la viva voz. Ésta consiste una discreta familiaridad que juzgo muy propicia a la transmisión de la enseñanza, pues se padece con alguna difusión o insistencia en los conceptos esenciales, que si grave defecto en lo escrito, no lo es tanto, me parece, y hasta puede constituir una cualidad en lo hablado. Por otra parte, la afectuosa conversación, bien que fácil y sencilla, es susceptible de aquella dignidad, que según Emerson, pertenece a los objetos naturales, y que no se halla en los artificiales, mantiene la atención sobre los asuntos más serios y difíciles y, con el calor del aliento, transmite, como ningún otro signo humano, la emoción estética.»
Esta definición del «Poeta de la Patria»- a raíz de «La Epopeya de Artigas- fue valedera para dar más fuerza a la idea que propusimos de conservar en un Archivo para la posteridad no solamente lo escrito, sino «la voz y la imagen».
Si el invento de Gütemberg cambió la historia, en el siglo pasado, las ideas de Tomás Alva Edison y Marconi, le permitieron a la humanidad dar un salto enorme.
El poder registrar los sonidos primero, y su propagación inhalámbrica después, fueron hechos verdaderamente revolucionarios.
Los discos de acetato inicialmente, de vinilo tiempo después, la cinta magnetofónica, el cassette y video cassette, los diskettes para las computadoras, el compact-disc, y las nuevas formas de grabación y reproducción, han hecho que el registro de la voz y de la imagen sea algo en permanente evolución.
Es increíble lo que ha logrado la tecnología moderna- mediante los Smart phones por ejemplo- permitiendo almacenar, archivar, conservar y difundir lo que antes no era posible.
Hace unos 20 años, la Junta Departamental de Salto, discutió un Proyecto, finalmente convertido en el Decreto Nº 6041/01, creyendo que sería un instrumento formidable para acrecentar nuestro patrimonio histórico-cultural y para legarlo a las generaciones venideras.
Lamentablemente, pese al tiempo transcurrido, el asunto no fue tenido en cuenta por las distintas Administraciones que gobernaron el Departamento y nunca se reglamentó el Decreto citado.
A lo largo de estos años, se ha perdido irremediablemente el contenido de numerosos discos de los años 60 y 70 con grabaciones en acetato- pues el tiempo degrada ese material- y se arruinaron las escasas filmaciones en 8 milímetros de aquellos años, e incluso algunas anteriores, de incalculable valor.
Salvo algunas iniciativas aisladas- sin un marco jurídico adecuado y presupuesto acorde- poco y nada se ha hecho en la órbita municipal.
En el campo privado se ha podido salvar, milagrosamente, parte del Archivo Murguía en manos del «Museo Itinerante», aunque se perdió casi todo el material fotográfico y los negativos de Van Dick, Cine Foto Gama, Diarios, etc.
Como hecho importantísimo en esta materia, es de señalar la aparición de las redes sociales, lo que ha contribuido al rescate de nuestra memoria histórica.
¿Es que acaso no valoramos nuestro pasado?
¿Acaso no nos interesa conocer lo ocurrido en tiempos pretéritos?
¿Dejaremos que el tiempo siga arruinado los medios en que fueron registrados los acontecimientos del ayer?
¡Rescatemos la memoria colectiva antes que sea demasiado tarde!
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