Un capricho del mandón de turno
Por Leonardo Vinci
El tiempo es un juez tan sabio, que no sentencia de inmediato, pero al final da la razón a quien la tiene.
El 1º de marzo de 2006, Uruguay pasó a ser el primer país libre de humo de tabaco en las Américas al establecerse la prohibición de fumar en espacios cerrados de uso público.
Ya en 1996, por medio del decreto 203- durante el segundo mandato del Presidente Sanguinetti- se había prohibido fumar en oficinas públicas, y en 1986, la Junta Departamental de Salto había votado un decreto similar.
En realidad, el legislativo salteño, 17 años antes que se cumplieran los postulados del Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud para el Control del Tabaco, aprobado por la 56ª Asamblea Mundial de la Salud, celebrada el 12 de mayo de 2003, adoptó una medida que a la postre resultaría histórica.
Tras redactar el borrador del decreto que finalmente sería votado, invitamos a Ediles de todos los partidos a que acompañaran nuestra iniciativa.
11 titulares firmaron el proyecto que establecía en sus considerandos que era «necesario tomar medidas a los efectos de preservar la salud de las personas que están sometidas a la inhalación involuntaria y perniciosa provocada por terceros, de productos tóxicos provenientes del consumo de tabacos en las oficinas del gobierno departamental.»
Tanto el diario batllista «El Día» como el semanario nacionalista «La Democracia» publicaron en sus páginas editoriales conceptuosas notas sobre la decisión adoptada por los curules salteños.
Crónicas de la época decían «Con la firma de ediles de todas las bancadas se ha presentado un proyecto de resolución prohibiendo fumar en las oficinas municipales. Las disposiciones podrán ser las adecuadas o aún quizás perfeccionables, pero eso no disminuye la trascendencia y la conveniencia de la propuesta.
Por el contrario, consideramos que debe ser aprobada en forma rápida y entusiasta. Porque es un avance cierto en la convicción de que el fumar es perjudicial para la salud y que debe irse restringiendo progresivamente el proceso de permisividad. Mucho más cuando ha quedado muy claro que el humo ya inhalado, al ser expulsado es absorbido aún por quienes no fuman y les significa una agresión a sus derechos individuales a una condición higiénica y si la libertad, en una definición simplista, pero siempre útil, termina donde empieza la de los demás, esta propuesta de los Ediles, tiene más que justificación.»
Finalizaba diciendo el editorialista «Lo cierto es que en este asunto nos jugamos enteramente al lado de los proponentes y pensamos que el Ejecutivo comunal los apoyará y que nada impide que la cuestión se ponga en práctica en poco tiempo para que a fin de año las oficinas municipales en su totalidad hayan quedado con aire limpio. Entusiasta la idea y merece apoyo irrestricto»
En el camino para llegar a buen puerto, la Junta tuvo que superar dificultades e incomprensiones, aún dentro del seno del organismo.
Durante la discusión del proyecto, un Edil que se oponía a la iniciativa manifestó: «Me parece un capricho del mandón de turno que de acuerdo a ciertas concertaciones impone cosas».
El tiempo ha pasado y parece que «el mandón de turno» tenía razón.