jueves 25 de abril, 2024
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Carrera de Vapores desde 1858 a 1860

Por Cary de los Santos.
EL OLVIDO DE LA CORRESPONDENCIA
Corría el mes de abril de 1860, cuando el vapor inglés “Montevideo” por descuido partió del Rosario, sin dejar la correspondencia. El periódico rosarino “La Confederación” en su edición del día 19 de abril de ese año, con un título muy sugestivo informaba a sus suscriptores:
“¡No tan de prisa!
Con tal precipitación siguió viaje el vapor Montevideo al Paraná, que se llevó la valija con la correspondencia de Montevideo y de Europa, que recién entregó al correo á su regreso de la Capital, causando serios perjuicios al comercio. Pedimos á los inteligentes directores de ese buque que presta tan buen servicio, que no se descuiden otra ocasión; porque esos descuidos cuestan caro”.
Este fue un pequeño incidente, un olvido, y aunque, ocasionó perjuicios no afectó la seguridad de ningún pasajero. Algo muy diferente fue lo que le sucedió al vapor “Iporá”, que en momentos de salir del puerto de Buenos Aires, explotó sus calderas a consecuencia de la falta de ajuste en unos tornillos. Sin embargo, por la intrepidez de uno de los marineros del vapor, no pasó ninguna desgracia y muerte que lamentar. El diario rosarino “El Progreso”, en su edición del 2 de abril de 1860, refiriéndose a la actuación del valiente marinero, decía: “…Ese arrojado hombre, así que se notó el entorpecimiento del vapor que iba tomando mayores dimensiones, se vistió con una ropa empapada en agua, y se lanzó entre el fuego, logrando poner remedio al mal que corría á originar algunas víctimas. Sentimos no saber su nombre, para mencionarlo; pero le tributamos el agradecimiento, á nombre de la humanidad”.
GESTIONES DE MARIANO CABAL
El día 20 de mayo de 1860 don Mariano Cabal en representación de la Compañía Oriental de Navegación a Vapor “Salteña” ajusta con don Juan Pujol (Ministro Secretario de la Confederación Argentina), el contrato de cesión del vapor “Pampero” y la barca “Concepción”. Para cumplir con los itinerarios propuesto la barca quedaría fondeada en la boca del Guazú o en Nueva Palmira sirviendo de estación de trasbordo entre los dos vapores de la compañía, que desde allí partirían a sus respectivos destinos; el trayecto entre la barca y los puertos de Buenos Aires y Montevideo sería cubierto por el “Pampero”. El gobierno de la confederación argentina, se obligaba a acordar a los buques los privilegios de paquete y le concedería a la «Compañía Salteña» los terrenos que necesitase en cada puerto para el almacenamiento de carbón y el pago de una subvención de 1.500 patacones mensuales por el término de dos años pagaderos desde el 1° de enero de 1860.
PROYECTO DE CESARIO ASARETO
Con fecha del día 14 de junio de 1860, se había presentado al “Superior Gobierno” de la República Oriental del Uruguay un “Proyecto de Construcción y Nueva Línea de Vapores para la Navegación del Río Uruguay”, el marino Cesario Asareto, de origen norteamericano y vecino de la Villa del Salto, invitaba a los comerciantes del Salto Oriental y de Montevideo, a sumarse a la iniciativa y argumentaba la situación de la navegación fluvial, de la siguiente forma:
“…Que teniendo en vista el abandono que se hace de la importante navegación del Río Uruguay hasta el Salto, que es esa carrera sumamente mal atendida, notándose siempre grandes retardos de cuarenta ó más días, en el recibo de las mercaderías que en gran escala se exportan de la Capital, por los buques de vela que hacen ese tránsito, que de todo esto emana perjuicios considerables al comercio general; que impulsado por estas y otras observaciones que omite hacer por lo extensas que ellas son y que considera que no puede pasar inapercibidas; y por los conocimientos que posee teóricos y prácticos en la marina y en el delicado arte del mecanismo á vapor; viene á proponer como amigo al progreso y engrandecimiento al país, a los señores del Comercio de Salto, Paysandú y los que lo acepten de esta plaza, el presente Proyecto que acompaña con el modelo de los vapores de carga, que deben hacer con la más puntual regularidad sus viajes, cuya construcción será de maderas de primera clase, y en esta capital…”
El proyecto planteaba la construcción de dos vapores para atender la «Carrera del Uruguay», desde Montevideo a Salto y viceversa. Los vapores tendrían comodidades para transportar 140 pasajeros y un porte de 200 toneladas de carga, las máquinas serían, cómo se decía en la época: “de última invención hasta hoy conocidas”, con una fuerza de 120 caballos y un consumo de carbón sumamente económico de 7 a 8 toneladas en 24 horas y para un mejor resultado serían aparejados a goleta. Finalmente, el proyecto naufragó en el intento, no contó con el apoyo de los comerciantes, y quizás, uno de los aspectos influyentes para ser rechazados, era que los cascos serían construidos de madera y aunque planteaban que utilizarían las mejores maderas, forradas y clavadas con chapa de cobre hasta la línea de flotación, para los vecinos del Salto Oriental, no era suficiente, por haberse acostumbrado a los cascos de hierro y la comodidad de los vapores del “Salto” y “Montevideo”. Don Juan Sloan, era el maestro y constructor de buques del mencionado proyecto, y años después sería accionista de la “Nueva Compañía Salteña de Navegación a Vapor”, y quizás fuera uno de los hombres a cargo de la vigilancia de las reparaciones y limpieza de los vapores, en épocas cuándo aún las mismas se realizaban a la orilla del río.
(Continuará en la próxima edición dominical)