Dra. María Jesús Puche. Consejera de la Regional Norte del Colegio Médico del Uruguay
La gripe es una infección respiratoria causada por el virus de la Influenza que se transmite de persona a persona. Cuando alguien con gripe tose, estornuda o habla, expulsa pequeñas gotas, estas gotitas pueden caer en la boca o en la nariz de las personas que están cerca. Con menos frecuencia, una persona puede contraer la gripe al tocar una superficie u objeto que tiene el virus de la gripe y luego tocarse la boca, la nariz o posiblemente los ojos.
La gripe está causada por un grupo de virus llamados virus de la gripe o de la influenza, de los que existen tres tipos A, B, y C. La mayor parte de las epidemias de gripe se deben al virus de la gripe tipo A, mientras que el tipo B produce epidemias menos extensas y enfermedad más leve, y el tipo C causa muy raramente enfermedad.
Los síntomas de la gripe aparecen de repente y pueden incluir:
• Fiebre o sensación de fiebre y escalofríos
• Tos
• Dolor de garganta
• Goteo o congestión nasal
• Dolores musculares o del cuerpo
• Dolor de cabeza
• Fatiga (cansancio)
Las personas que tienen el virus probablemente sean contagiosas aproximadamente desde el día anterior a que aparezcan los síntomas hasta cuatro días después de que comiencen. Los niños y las personas con el sistema inmunitario debilitado quizás sean contagiosos por un tiempo un poco más largo. El diagnóstico de la gripe se lleva a cabo mediante la historia clínica y la exploración física. No suele ser necesario realizar pruebas adicionales.
En ocasiones, causa una enfermedad leve, pero también puede ser grave e incluso mortal, especialmente para personas mayores de 65 años, recién nacidos y personas con ciertas enfermedades crónicas. En la mayor parte de los casos basta con un tratamiento sintomático de la fiebre, los dolores musculares y el dolor de cabeza, utilizando preferentemente paracetamol.
Es aconsejable el reposo relativo y una buena hidratación.
Las complicaciones más frecuentes son las neumonías gripales o bacterianas por sobreinfección del tracto respiratorio por bacterias. Los virus de la influenza están cambiando constantemente con nuevas cepas que aparecen de manera regular. Si has tenido influenza en el pasado, tu cuerpo ya produjo anticuerpos para combatir esa cepa específica del virus. Si los virus futuros de la influenza son similares a los que ya enfrentaste por tener la enfermedad o por haber recibido la vacuna, esos anticuerpos pueden prevenir la infección o reducir su gravedad. Sin embargo, los niveles de anticuerpos pueden disminuir con el tiempo. Es posible que los anticuerpos contra los virus de la influenza a los que estuviste expuesto en el pasado no te protejan de nuevas cepas del virus. Las nuevas cepas pueden ser muy diferentes a los virus que tuviste antes.
Existe una vacuna contra el virus de la gripe, que se elabora anualmente con virus inactivados, en función del tipo o tipos de virus que fueron responsables de las epidemias del último invierno.
Con esta vacuna se consigue una protección entre el 50 y el 80 por ciento.
Es aconsejable en cualquier persona e indicada especialmente en personas mayores o enfermos crónicos, cardiacos, respiratorios, renales, etc.
En los últimos años se han desarrollado algunos fármacos antivirales específicos para el virus de la gripe. Los medicamentos antivirales funcionan mejor si se comienzan a tomar inmediatamente después de que la persona enferme (dentro de los dos días después del inicio de la enfermedad).
Aun cuando son fármacos eficaces en reducir la duración y la intensidad de los síntomas, sobre todo si se inicia el tratamiento rápidamente tras su inicio, no se ha demostrado hasta el momento que reduzcan las complicaciones serias de la gripe, por lo que hasta la fecha no se ha generalizado su uso.
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