lunes 2 de junio, 2025
  • 8 am

Campeones

Agustina Escanellas
Por

Agustina Escanellas

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Por Agustina Escanellas
Todos tenemos esos días en los que adherimos a la teoría de que » todo tiempo pasado fue mejor», hasta que pasan estas cosas como con la selección sub 20 , que nos sacude el pesimismo y nos marca la cancha. Concluyendo esta final futbolística, nos encontramos emocionados por el impacto que este equipo ha tenido en nuestros corazones. Estos jóvenes campeones han demostrado que siempre hay espacio para el optimismo y la esperanza. En cada partido, en cada entrevista, pudimos percibir la esencia de nuestra querida Celeste: humildad, coraje, firmeza y determinación. Estos muchachos son un bloque, un equipo en el que el valor de la unidad supera cualquier individualidad. Y son agradecidos, con sus clubes, con las personas que los apoyaron en su camino hacia la cima. Al verlos jugar y al escuchar sus declaraciones, nos congraciamos con la nobleza de esta generación: sanos, educados, respetuosos. «¿Qué fea la cancha?», preguntó un periodista a Matturro, y él respondió con claridad: «Sí, pero no hay excusa, si nosotros jugábamos en la calle». Con solo 18 años, comprenden lo que a veces a los adultos nos falta: no justificarnos en largas excusas, la falta de voluntad de hacer y decir lo que se necesita sin titubear, sin quedarse a mitad de camino. Uruguay, finalista del mundo. ¡Uruguay nomaaa!, gritamos todos con un nudo en la garganta. Algunos se prepararon e hicieron malabares para estar en Buenos Aires, mientras otros arman la rueda de mate del domingo, que late celeste. A todos los amantes del fútbol , desde donde estamos nos une una premisa : hoy estamos un poco más felices. Nos abrazamos en los goles, palpamos las jugadas, nos indignamos con las faltas y pedimos la hora cuando todo va bien. Hoy ya volvemos a la rutina de los lunes, de la semana y de la vida , atesorando en el corazón lo vivido y compartido. Y es que esta generación nos ha devuelto la fe. Y eso, en estos días, no es poca cosa. Nos hermanamos durante un rato (y que falta nos hace) porque la Celeste tiene esa mística, nos une a todos, con un sentido de pertenencia a nuestra tierra con un profundo orgullo. Somos chicos pero grandes, creemos en nosotros mismos y en nuestras capacidades de desafiar a las potencias mayores. Se nos infla el pecho de aires de posibilidad, con los dientes apretados, si, pero con la ilusión intacta. Con hechos, estos jóvenes campeones nos han recordado que el presente y el futuro son el escenario en el que podemos forjar nuestras victorias. Nos han inspirado a creer en nuestra capacidad de superar cualquier obstáculo y nos han mostrado la importancia de la unidad y el trabajo en equipo. Esta generación nos ha dado una razón para celebrar y soñar en grande. ¡Viva la Celeste! Viva Uruguay!